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1 de abril

Miguel Ángel Villena

MIGUEL ÁNGEL VILLENA "En el día de hoy, vencido y desarmado el ejército rojo, las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos. La guerra ha terminado". Fue el 1 de abril de 1939 y los últimos objetivos que citaba el comunicado del Estado Mayor del general Franco no eran otros que Valencia y Alicante. Durante los días anteriores, miles de derrotados esperaban con angustia en el puerto alicantino unos barcos que los llevaran camino del destierro. Pero el aparente fin del horror abría paso a un horror sin un fin a la vista. El trágico juego de palabras significó cárcel, fusilamientos, represalias, exilio y penurias para los vencidos y sus descendientes hasta casi anteayer, hasta la aprobación de la Constitución de 1978. Ahora, algunos amnésicos intelectuales de salón manifiestan su hastío por la "excesiva" huella de la guerra civil en el cine y en la literatura, en los periódicos y en el teatro. Dramático ensayo de la II Guerra Mundial, la contienda española figura como el acontecimiento más relevante que ha vivido o, mejor dicho, sufrido este país en el siglo XX. A la luz de esa trascendencia, más destacada en ocasiones por artistas extranjeros que por los propios españoles, la presencia de la guerra civil en nuestra cultura dista un abismo de, por ejemplo, la utilización cinematográfica que Estados Unidos hace del desembarco en Normandía o de las batallas del Pacífico. Basta con repasar para comprobarlo las candidaturas a los recientes Oscar de Hollywood. Pero dos citas culturales recuerdan estos días el sesenta aniversario del final de nuestra guerra: las estremecedoras fotografías de Robert Capa en Madrid y la exposición sobre las brigadas internacionales en Albacete. Y para todos aquellos que olvidan que los pueblos que desconocen su historia están condenados a repetirla quiero evocar una reflexión de Albert Camus: "Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma y que hay veces en que el coraje no obtiene recompensa. Esto es lo que explica por qué tanta gente, el mundo entero, siente el drama de España como una tragedia personal".

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