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Feligreses de León tiran huevos contra el obispo a la salida de misa

La renuncia del párroco, causa de la protesta

Un numeroso grupo de personas, entre ellas feligreses de la parroquia del barrio leonés de La Chantría, descontentos con el obispo de León, Antonio Vilaplana, le insultaron y le lanzaron huevos cuando, tras presidir la concelebración de dos misas con los 14 sacerdotes del arciprestazgo ayer en la iglesia de San Froilán, el prelado superior se disponía a subir al coche para ir a almorzar. La dimisión del párroco de la zona por sus desacuerdos con el obispo motivó el incidente.

El obispo tuvo que salir de la iglesia escoltado por la policía ante las muestras de rechazo y de enfado de los parroquianos, catequistas y miembros de asociaciones vecinales, quienes le llamaron "dictador", "fariseo", "anticristo", "Torquemada", "vividor", entre otros insultos, y le invitaron a irse de la diócesis.Minutos antes, el obispo había presidido los actos de toma de posesión del nuevo párroco de la zona, José Alonso, que sustituye a Juan Manuel Fernández, sacerdote este último que dimitió hace unos días, abrumado por las consecuencias del desacuerdo con Vilaplana por el modo en que la diócesis ha llevado desde hace dos años el proyecto y la construcción final de una nueva iglesia en el barrio que fue inaugurada el pasado mes de enero. También el obispo dio el visto bueno al cambio de coadjutor o vicario de la parroquia, cuestión que incrementó ayer la crispación de los feligreses. Cuando el obispo inició la primera misa, al mediodía, la mitad de los asistentes al acto religioso salió del templo, incluido el coro de jóvenes, en señal de protesta. Los silbidos, los petardos y el abucheo al obispo hacían casi imposible la celebración de la misa.

Más tarde, la algarabía continuó en el exterior del templo, mientras se llevaba a cabo el segundo acto religioso, pero esta vez con mayor presencia de la policía, que trataba de evitar la entrada al edificio de más personas.

El secretario del obispo, Mario González, presente en los actos, manifestó ayer a EL PAÍS que los protagonistas de los incidentes "son un sector muy minoritario de la parroquia, pero que mete mucho ruido y entre ellos hay sindicalistas, por los modos de actuar". "Durante la construcción del nuevo templo no hubo ninguna reclamación al obispado", dijo González sorprendido por lo ocurrido.

El nuevo templo, con una inversión superior a los 100 millones de pesetas, ha sido financiado en una pequeña parte con aportaciones de los feligreses. El párroco no recibió con agrado la nueva obra y se mostró en contra de que los locales de la antigua iglesia fueran alquilados a una cadena de supermercados, tal y como deseaba el obispado, según fuentes parroquiales. El sacerdote aducía que los más de 500 niños que asisten a catequesis necesitaban unos locales y la nueva iglesia no reunía condiciones ni para albergar a los jóvenes ni para otros actos sociales que eran prioritarios para el párroco dimisionario, muy cercano a colectivos necesitados, según algunos de los fieles que conocen su sentir y su forma de actuar.

El proyecto de la nueva iglesia es obra del arquitecto municipal Mariano Saez de Miera, quien mantuvo frecuentes enfrentamientos con Fernández durante la construcción del templo. El solar donde se ha levantado la iglesia fue cedido por el Ayuntamiento de León. El antiguo templo tenía capacidad para unas 600 personas sentadas, mientras que el nuevo sólo da cabida a alrededor de 400.

El obispo aceptó la renuncia del díscolo párroco en menos de 48 horas, sin hablar con él ni preguntarle los motivos de su decisión, según han señalado con cierta perplejidad varios de sus compañeros sacerdotes. Un grupo de catequistas presentó un recurso ante el Obispado contra el decreto de aceptación de la renuncia del párroco. Algunos feligreses de la parroquia que aportaron dinero para la construcción del templo han reclamado al Obispado que se les devuelvan los donativos y que el dinero se destine a fines sociales dentro de la parroquia.

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