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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio de escenario

EL PRÓXIMO martes, los países productores y exportadores de petróleo, reforzados por otras naciones exportadoras como Noruega y México, se reunirán en Viena para hacer oficial el recorte pactado de producción mundial de petróleo en dos millones de barriles diarios. Esta rebaja, añadida a la de 2,6 millones de barriles diarios pactada en dos cumbres anteriores (marzo y junio de 1998), debería servir para elevar el precio, que en los dos primeros meses de este año había bajado hasta los 10 dólares por barril. La proximidad de la reunión del día 23 en Viena y la insistencia de los productores en que esta vez va en serio han surtido efecto, aunque moderado. Aunque los operadores no acaban de convencerse de la eficacia de este recorte -hay pocas razones para creer en él, puesto que los pactos anteriores de restricción de la oferta han fracasado; ningún conjurado quiere perder cuota de mercado-, la probabilidad de que la OPEP tenga que tomarse en serio en algún momento las medicinas que se autorrecetan ha elevado el precio del barril unos tres dólares en el último mes y medio.El precio del crudo es un elemento importante de equilibrio en el entramado económico internacional. Desde la perspectiva de los países ricos, es un coste obligado que introduce inflación importada. En general desean un petróleo barato para aliviar su déficit exterior y controlar los precios interiores. Pero esta situación, dominante en los últimos lustros, tiene sus inconvenientes. El precio bajo de los combustibles desincentiva el ahorro energético y relaja la tensión para reducir el consumo de energía por cada unidad producida. La perspectiva desde los países en desarrollo es extremadamente confusa. En teoría, el interés de los productores sería mantener precios de equilibrio muy elevados, para financiar sus déficit exteriores y su deuda externa. Pero la lógica del mercado es implacable: mientras los países cuya única fuente de riqueza es el petróleo no pueden limitar la oferta, porque ello significaría quedarse sin recursos, en Occidente (incluido Japón) han aprendido a moderar la demanda. Cuando el precio sube, los países compradores activan las medidas de ahorro energético, invierten en energías alternativas o desempolvan la rentabilidad marginal de las nucleares.

Este profundo desajuste entre una demanda con cierta capacidad de automoderación y una oferta en la que el recorte de producción es una decisión contraria a sus intereses es la causa última de falta de credibilidad de la OPEP, un cartel que, después del triunfal estrangulamiento de la oferta en 1972 y 1979, ha sido incapaz de mantener los precios en niveles eficaces para sus asociados. El que la credibilidad de la OPEP sea escasa no significa que su eficacia vaya a ser nula. Lo prudente es esperar un cambio de escenario, un repunte moderado y persistente del precio del crudo después del miércoles. Al fin y al cabo, la economía internacional mejorará si países como Venezuela, Ecuador o México aceleran el pago de su deuda. El mensaje es que el encarecimiento del crudo se traducirá en más inflación conforme mayor sea el consumo de energía por unidad de producto. Y España es de los que tienen un índice más elevado de Europa.

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