Un vídeo sexual intenta desacreditar al investigador de la corrupción rusa
Inevitablemente, ya se habla en Moscú de "sexo, mentiras y cintas de vídeo". Pocas horas después de que el Consejo de la Federación (Cámara alta del Parlamento ruso) rechazase el cese del fiscal general, Yuri Skuratov, pedido por el presidente, la segunda cadena de la televisión estatal (RTR) mostró el fotograma de un vídeo en el que aparece en la cama, con dos prostitutas, "un hombre que se parece mucho" a quien tiene la máxima responsabilidad en la lucha contra la corrupción.
Borís Yeltsin, que ayer abandonó el hospital en el que fue internado el 27 de febrero, ha creado una comisión para investigar el asunto. El fiscal, por su parte, habla de conspiración y chantaje y amenaza con tirar de la manta, caiga quien caiga.Podría ser el argumento de una farsa de no estar en juego la estabilidad de un país con miles de armas nucleares y 147 millones de habitantes. El rumor de que existía el vídeo circuló ya el miércoles, cuando incluso se dijo que había sido contemplado por algunos de los miembros del Consejo de la Federación que tenían que debatir si aceptaban la inesperada dimisión del fiscal, producida el 2 de febrero por "motivos de salud" en los que nadie creyó. Y mucho menos cuando, por esa época, la oficina de Skuratov ordenó registros de empresas controladas por el magnate Borís Berezovski, hizo públicas operaciones dudosamente legales del Banco Central y denunció una corrupción sin precedentes entre los funcionarios públicos. En la Cámara, el fiscal se declaró víctima del chantaje y la intimidación, y justificó su renuncia en la pérdida de la confianza del presidente. El Consejo de la Federación, en un desafío sin precedentes a Yeltsin, la rechazó. Horas después, llegaba el bombazo televisivo, que el presentador de la cadena RTR dijo que no era recomendable para menores de 18 años y cuya difusión es difícilmente comprensible, al ser una cadena estatal, de no haberse decidido desde muy arriba. Yeltsin no asume esa responsabilidad y ha nombrado una comisión especial para que investigue si ha habido intrusión ilegal en la vida privada del fiscal y, sobre todo, si éste se ha excedido en sus atribuciones o ha cometido actos incompatibles con su cargo.
Si todo lo que hay contra Skuratov es una escena de cama, lo lógico sería que le causara problemas con su esposa, pero no que le costase el puesto, y menos en su país, donde la gente se ríe del caso Lewinsky y la corrupción alcanza unos niveles tan alarmantes que ha sido descrita como asalto al poder por el crimen organizado y amenaza a la seguridad nacional.
El caso refleja el debilitamiento de Yeltsin, que durante años había disfrutado del respaldo del Consejo de la Federación, lo que le compensaba de la hostilidad de la Duma, dominada por los comunistas y sus aliados de izquierda. En teoría, beneficia al primer ministro, Yevgueni Primakov, que ya se deshizo el 4 de marzo de su principal enemigo, el magnate Berezovski, y que actúa más como presidente en funciones que como jefe de Gobierno. Pese a todo, su futuro (incluidas sus no declaradas ambiciones de llegar al Kremlin) sigue en las manos de Yeltsin, que conserva el poder constitucional de destituirle.
Skuratov se dice víctima de un chantaje "relacionado con la investigación de un caso criminal", y promete dar más detalles a los senadores. Antes de reunirse ayer con Yeltsin en el hospital, el fiscal declaró que iba a darle los nombres de los implicados y que confiaba en que el presidente le prestase oídos. De no ser así, amenazó, contaría todo a la prensa.
Aunque el miércoles, ante los senadores, dirigió sus dardos contra Berezovski (destituido como secretario ejecutivo de la Confederación de Estados Independientes), Skuratov dijo ayer que el caso se refiere a una firma de Suiza. Poco después anunciaba que el día 23 se reunirá en Moscú con el fiscal general de ese país. Eso alimenta las sospechas de que, encabezando la agenda, estará un caso que puede dejar chicos todos los escándalos de corrupción de los últimos años, ya que afectaría al todopoderoso departamento que, dirigido por Pável Borodin, administra los bienes del Kremlin, billones de pesetas en dachas, residencias de descanso, hoteles y hasta una compañía aérea.
Según el diario Noviye Izvestia, fue Borodin quien movió los hilos para echar a Skuratov, después de que éste pidiera al fiscal helvético información sobre supuestos sobornos a funcionarios rusos por una empresa que colaboró en las obras del Kremlin y de las sedes del Parlamento y el Gobierno.
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