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Huelga de profesores de secundaria en Francia contra la reforma de Allègre

La semana de protestas acabará con una concentración en París

"Virons le bouffon" (echemos al bufón) fue la frase más coreada por los profesores que ayer desfilaron por París. El "bufón" es el ministro de Educación, Claude Allègre, un hombre en quien cristalizan todas las iras acumuladas. La manifestación, poco numerosa en París -entre 3.000 y 4.000 personas-, se reprodujo en otras varias ciudades francesas, pero sólo era el primer acto de una semana reivindicativa que tiene que desembocar, el sábado próximo, en una gran comitiva de protesta de no menos de 100.000 enseñantes.Los profesores -entre un 35% y un 40% de colegios e institutos estaban ayer en huelga- quieren que el ministerio contrate más personal, rechazan la reforma propuesta por Allègre y no aceptan que la remuneración de las horas extras se haya reducido en un 17%. Como colofón piden la dimisión del ministro.

Allègre, a quiénes le reprochan que es imposible hacer una reforma sin dotarla económicamente, les ha respondido que, entre 1992 y 1999 la escuela primaria ha perdido 219.000 alumnos por razones demográficas. "El año que viene habrá 28.000 alumnos menos y los mismos maestros. Eso ya equivale a dotar de medios mi reforma", ha explicado Allègre, cuyo lema es: "Después de haber ganado el desafío de la cantidad ahora ganaremos el de la calidad".

Cuestiones salariales

La protesta aparece dividida. Para unos lo más importante son las cuestiones salariales, el plus perdido de las horas extras. Ante ello, Allègre ha respondido irritado: "El dinero ahorrado ha servido para crear ya más de 50.000 empleos para jóvenes de menos de 25 años. ¡Luego hablan de solidaridad!".

Para otros, lo intolerable es querer transformar al profesor en educador, es decir, pedir a maestros y profesores que acepten poner el alumno y no la enseñanza en el centro del sistema. Allègre estaría impulsando, según sus detractores, el "instituto light" y confundiendo educación y pedagogía. El ministro defiende su idea de reducir las horas de clase "de 27 a 24 semanales para poder dedicar otras dos a los alumnos que tienen más dificultades en seguir el ritmo". "¡Contrate a más profesores!", le contestan los sindicatos.

Para todos, el cese de Allègre es necesario. El ministro -criticando el absentismo laboral, el número de días de vacaciones o el corporativismo de los profesores- ha logrado irritar al conjunto de la profesión. En su favor tiene que buena parte de la opinión pública le respalda así como el primer ministro Lionel Jospin. Pero su impopularidad sectorial es tan grande que, incluso los sindicatos que aceptan la reforma, también piden su cese o dimisión para no enfrentarse con sus bases. La Education Nationale tiene porcentajes de sindicación del orden del 65%, muy por encima de los del resto de profesiones.

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