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El Tribunal de Derechos Humanos revisará el juicio de los niños "asesinos de Liverpool"

Los abogados argumentan que fueron procesados como adultos cuando tenían 10 años

Isabel Ferrer

Robert Thompson y Jon Venables, los dos niños británicos que en 1993 torturaron y mataron cerca de Liverpool (Reino Unido) al pequeño James Bulger, de dos años, no tuvieron un juicio justo, según sus abogados. Ése fue también el dictamen de la Comisión Europea de Derechos Humanos (organismo a extinguir), pero la sentencia final será acordada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, al que la comisión y el Reino Unido han remitido el asunto. La demanda califica de "intolerable" el hecho de que, cuando tenían 10 años, fueron enjuiciados como adultos. Los abogados prevén que el Tribunal de Estrasburgo decidirá a finales de este año.

La posibilidad de que Thompson y Venables, que han cumplido los 16 años en un centro de seguridad, puedan ser liberados si se declara nulo el juicio celebrado en el Reino Unido ha provocado la repulsa inmediata de Denise Fergus, la madre del niño asesinado. "Pretenden librarse por un tecnicismo legal, es algo insultante. Lo que hicieron merece cadena perpetua", dijo ayer a través de sus representantes.James iba con ella de compras cuando fue secuestrado por ambos menores. Las cámaras de vigilancia de un centro comercial de la localidad de Bootle captaron al trío abandonando el local. James estaba en medio, mientras Robert y Jon le llevaban de la mano. A pesar de que pasearon durante largo rato y el pequeño lloraba desconsoladamente, no levantaron sospecha alguna. El cadáver de James fue hallado luego junto a las vías del tren, mutilado y con signos de torturas.

Las terribles circunstancias del crimen inclinaron a la justicia británica a tratarlos como delincuentes con plena responsabilidad penal. La ira popular obligó a la policía a acordonar el Palacio de Justicia de Preston, cercano también a Liverpool y encargado del proceso.

Multitud enfurecida

Mientras los dos jóvenes eran sentados en el banquillo, separados de sus padres y frente a un jurado, la calle se llenó de gritos de multitud de enfurecidos curiosos. A pesar de que fueron considerados mayores de edad por los jueces, no consiguieron participar de veras en el proceso.

La Comisión Europea de Derechos Humanos (órgano que tramita asuntos anteriores a noviembre de 1998, fecha a partir de la cual sólo decide el tribunal) consideró que, tras haber estado sometidos durante tres semanas a la presión externa y al ambiente de la sala, también muy tenso, "es imposible que pudieran declarar nada válido o con sentido". La comisión, en el examen prejudicial que hizo del asunto, estimó que tal derecho "nunca debió vulnerarse", y acusó de excesivo "formalismo" al proceso celebrado en el Reino Unido. Pero será el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, constituido permanentemente en Estrasburgo desde noviembre de 1998, el que decidirá si los niños tuvieron o no un juicio justo.

Condenados a 10 años de reclusión por el tribunal de Preston, la pena fue aumentada inmediatamente a 15 años por el Ministerio del Interior, cuyo titular está facultado en el Reino Unido para modificar las decisiones judiciales. La comisión criticó este poder de los políticos y estimó que "un ministro no puede erigirse en tribunal imparcial"

En 1993, el conservador Michael Howard estaba al frente del departamento. En un gesto contrario a las decisiones de los jueces, elevó el castigo impuesto.

Prensa sensacionalista

Las voces más críticas lamentaron que Howard hubiera cedido ante campañas como la de la prensa sensacionalista. Algunas de las cabeceras más populares pedían un castigo ejemplar en términos cercanos al linchamiento.

Uno de los policías que investigaron el caso y acusaron a los dos niños, el comisario Albert Kirby, encargado de las pesquisas, dijo ayer que no recuerda un juicio "más justo e independiente" en toda su carrera. En su opinión, tanto Robert como Jon fueron "bien tratados durante su detención y, más tarde, ante los jueces". Los abogados de Denise Fergus, que tuvo otro niño y se separó del padre del malogrado James, han advertido incluso que podría haber nuevos altercados callejeros si los autores del crimen llegaran a salir a la calle.

A la espera de lo que suceda en Estrasburgo, que podría aconsejar la celebración de un nuevo juicio en suelo británico, el Ministerio del Interior ha hecho saber que no piensa modificar el trato a los delincuentes menores de edad. Cuando cometan actos tan graves volverá a aplicarse la máxima del caso Bulger: "La malicia suple la edad". Es decir, los acusados serán tratados como adultos cuando el tribunal considere que su delito lo es.

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