Gestión
Una pareja estadounidense está dispuesta a pagar más de siete millones de pesetas por el óvulo de una mujer alta, lista, con estudios universitarios y quizá un master en administración de empresas. La pareja cree que desea tener un hijo, pero lo que quiere, como vemos, es alumbrar un jefe de personal o tal vez un director de recursos humanos. Nos parece muy bien: siempre hemos sido partidarios del aborto libre. Lo verdaderamente interesante de la noticia, más que las preferencias laborales del matrimonio estéril, es que introduce un factor inédito de gestión empresarial en la relación con el cuerpo y sus productos. Ya era hora.Uno siempre quiso tener un negocio, pero la Administración ponía demasiadas trabas: que si permiso de apertura, células de habitabilidad, impuestos municipales y comunitarios y estatales... Todo ello sin contar con los seguros de los empleados y la injerencia de los sindicatos, que, aunque ahora estén completamente muertos, podrían resucitar debido a la proliferación de las empresas de trabajo precario y el restablecimiento de la esclavitud en general. Se desanima al inversor, en fin. En cambio, si pensamos en el cuerpo como en una ferretería, resulta que eres tu propio jefe y la abres o cierras (con bisturí o sin él) a la hora que te dé la gana. Siete millones de pesetas por un óvulo, imagínense ustedes. Con que vendas uno cada 28 días te forras y puedes comerte el sobrante para que se reproduzca. ¿Quién da más?
Ahora bien, toda esa quincalla orgánica hay que gestionarla. No se puede ir regalando los riñones ni los hígados, por favor, con lo que le cuestan a uno. Personalmente, no soy alto ni tengo estudios y no aspiro a ser una boutique ni siquiera una ferretería. Pero mi cuerpo sería una excelente tienda de Todo a Cien. ¿En qué puedo servirle?
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