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Las armas ocultas de la secta Moon

La mundialmente extendida Iglesia de la Unificación del polémico 'reverendo' Sun Myung Moon posee una fábrica de pistolas "livianas, pero letales" en EE UU

Fiel a su historial de ansia lucrativa, la Iglesia de la Unificación ha entrado en un negocio poco acorde con el de una secta religiosa que presume de la defensa de valores pacíficos. Pocos seguidores del famoso reverendo Sun Myung Moon saben que los líderes de esta congregación están metidos en el negocio de la venta de armas, concretamente pistolas de tamaño pequeño y gran potencia, perfectas para cometer delitos. Según una información que ha desvelado el diario The Washington Post, la secta lleva cuatro años metida de lleno en una industria que en EE UU es un mercado de beneficios seguros, dada la pasión que los estadounidenses profesan por el consumo (y el uso) de armas.El Post ha revelado algo que casi nadie conocía: la Iglesia de la Unificación está detrás de la compañía Kahr Arms, uno de los fabricantes de armas más "de moda" en EEUU, un país donde hay más de 35.000 muertes cada año por disparos de armas de fuego.

La Iglesia de la Unificación cuenta con decenas de miles de seguidores en todo el mundo. Sus fieles creen que Moon es el Mesías y que fue enviado a la Tierra para devolverla al Jardín del Edén. En los últimos años sus líderes se han visto envueltos en un largo número de episodios que demostraban su pasión por el dinero y su falta de escrúpulos. Recientemente, una mujer demandó a esta secta porque, al morir su marido, uno de sus seguidores le pidió 120.000 dólares (18 millones de pesetas) para que el difunto "pudiera salir del infierno", una práctica habitual de esta pseudocongregación.

Un antiguo miembro de la secta citado por el Washington Post asegura que sus líderes han querido durante años ocultar su conexión con la industria armamentística para evitar las críticas de sus detractores. La conexión, sin embargo, está clara: la empresa Kahr Arms está controlada por Kook Jin Justin Moon, de 28 años, el mayor de los hijos del responsable máximo de la secta y segundo en la línea sucesoria para heredar el imperio multimillonario de su padre, que acaba de cumplir 79 años. Para nada importa que la relación de la secta con la industria de las armas contradiga frontalmente sus enseñanzas. Kahr Arms comercializa sus pistolas con el reclamo de que son pequeñas y potentes. "Es fácil llevarlas encima", dice uno de los anuncios publicados en la prensa especializada. Muchos centros médicos han culpado a este tipo de pistolas del creciente número de pacientes que llegan a hospitales con heridas letales.

La NRA (la poderosa Asociación Nacional del Rifle) asegura en cambio que el país "se siente más seguro" con este tipo de pistolas. Un 2% de la población adulta de EE UU lleva encima habitualmente un arma de fuego. Kahr Arms también acaba de comprar la empresa Tommy Guns, una compañía histórica que fabricaba las famosas ametralladoras usadas por la mafia en los años 20.

Todo por los niños

Hay otra razón, además de la mercantil, para la entrada de la Iglesia de la Unificación en este negocio: el líder de la secta siempre invierte enormes cantidades de dinero en las aficiones de sus hijos. A uno de ellos le gustaba el rock duro y le compró un estudio de grabación en pleno centro de Manhattan. A otro le gustaba la equitación y le regaló una inmensa finca con caballos. A Justin Moon le gustaban las pistolas y su padre ha invertido casi 1.000 millones de pesetas en ese negocio. Justin y sus hermanos son reverenciados por los seguidores como "los niños de la verdad".Hace dos años, un decepcionado seguidor británico escribió una carta a Moon en la que le decía que abandonaba la congregación, principalmente por la relación entre la Iglesia de la Unificación y Kahr Arms. "Debería preguntarle, señor Moon, si usted, como fundador de una iglesia que pregona la paz mundial como uno de sus objetivos, considera apropiado fabricar armas que se venden en los supermercados", escribió.

Los críticos de la industria armamentística ven una contradicción entre las enseñanzas de Moon y el hecho de que una de sus empresas fabrique unas pistolas famosas por su contundencia. "Es una ironía, cuando no una hipocresía, que alguien que predica la paz y que dice que está completando la obra de Jesucristo, también produzca -y para su beneficio- un artefacto que no tiene otro propósito que el de matar personas", dice Tom Díaz, autor de Making a killing, un libro crítico con la industria de las armas de fuego. "¿Cuál es el mensaje: enseña la otra mejilla o apunta y dispara?", pregunta Díaz.

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