Castillos en el aire
Esta fortaleza mora yace olvidada en lo alto de un acantilado sobre el Tajo, entre Ocaña y Aranjuez
Cuando un obrero se topa cavando en el subsuelo de Madrid con algún vestigio del pasado, enseguida se persona un arqueólogo de urgencia para examinar el hallazgo y nadie respira en el yacimiento hasta que dictamina si se trata de una estela discoidal, de una piedra de afilar o del volante de un dos caballos. Episodios como éste, que suelen copar las páginas de los diarios y decuplicar el número de mirones en las obras, serían divertidos si, a una hora escasa de la capital, no existieran ruinas venerables que, como el castillo de Oreja, se desmoronan en una soledad aterradora, sólo equiparable a la de esas ciudades que se va tragando poco a poco el desierto.Mil años de historia pesan sobre los agrietados muros del castillo de Oreja. Erigido por los musulmanes sobre un escarpe de la orilla meridional del Tajo, pasó a manos cristianas cuando Alfonso VI tomó Toledo (1085) y llevó la nueva frontera hasta el luengo río ibérico. En 1109, los fieros almorávides lo recuperaron y sólo 30 años más tarde Alfonso VII lo reconquistaba. Poco después, la amenaza de los almohades haría que se constituyera, entre otras órdenes militares, la de Santiago (1170), que estableció su primer convento en Oreja. Suyas fueron también las vecinas plazas fuertes de Alboer (Villamanrique de Tajo) y Alarilla (Fuentidueña de Tajo), que aún correrían peor suerte que la de Oreja, pues al irse alejando el peligro moro devendrían en escombros, polvo y nada.
Al castillo de Oreja puede llegarse paseando en una hora desde la casa de La Monta -antiguas caballerizas reales- de Aranjuez, con sólo seguir la pista de tierra que nace a continuación del asfalto y que corre llanísima hacia naciente al pie del cortado yesífero de la margen sur del río. Pero el doble de largo, y de bonito, es el camino que, atravesando sucesivos escalones geológicos, desciende desde la mesa calcárea en que se asienta la villa de Ocaña (Toledo) hasta la vega que señorea la fortaleza.
"¿Dónde está la ciudad de esta plaza?", es el chiste del que los turistas avisados se hacen eco en la plaza Mayor de Ocaña, ingente cuadrilátero de ladrillo, porticado, de tiempos de Carlos III. De ella saldremos por la calle Mayor, doblaremos por la de Lope de Vega y, pasando entre el colosal rollo gótico y la torre mudéjar del viejo colegio de los jesuitas -hoy, teatro-, seguiremos calle abajo hasta dar en la hondonada que ocupa la fuente Grande, ¡grande como un estadio!, en la que antaño lavaban hasta 300 mujeres a la vez. El Escorial de los lavaderos -permítasenos el tropo- fue diseñado por Juan de Herrera.
Por el camino que bordea el lavadero, dejando éste a mano izquierda, nos acercaremos al paso elevado sobre la vía del tren y, nada más cruzarla, tiraremos a la derecha para hacer lo propio en la bifurcación que se presentará de inmediato. A 600 metros de la vía, nueva bifurcación en la que optaremos, esta vez, por el ramal izquierdo, para seguir ya sin cuidado la pista más evidente con rumbo norte por el duro páramo calcáreo de la mesa de Ocaña, entre secanos pletóricos de conejos y avutardas de vuelo señorial.
En una hora larga, siempre hacia el septentrión, alcanzaremos el collado de Mata Asnos, por el que bajaremos de la mesa a una terraza yesífera poblada de espartos, enfilando hacia un ventorro arruinado que se otea en lontananza. Y en otra hora, rebasadas ya estas ruinas, nos plantaremos en las de Oreja. Un villorrio fantasma y una fuerte torre almenada de sillería caliza es cuanto queda en pie sobre este acantilado desde el que se atalaya la dilatada vega de cultivos geométricos y los verdes sotos del Tajo. Por el barranco que cae a la izquierda del castillo, y luego por la pista que va orillando el cantil hacia poniente, proseguiremos hasta la casa de La Monta de Aranjuez oyendo a nuestras espaldas el estrepitoso silencio de Oreja.
Las mil flores del páramo
Dónde. Ocaña (provincia de Toledo) dista 65 kilómetros de Madrid por la carretera de Andalucía (N-IV). Al tratarse de un itinerario abierto (Ocaña-Aranjuez), caben tres opciones para la vuelta: 1. Si disponemos de dos vehículos, dejar uno por la mañana en la casa de La Monta de Aranjuez. 2. Regresar de Aranjuez a Ocaña en taxi (teléfono 91 8911139). 3. Ir de Madrid a Ocaña en tren regional y volver desde Aranjuez en cercanías (Renfe, teléfono 91 3289020).Cuándo. Paseo fácil de 15 kilómetros, siempre en descenso -Ocaña, 780 metros; Aranjuez, 500-, que puede suponer tres horas y media de andar sin contar paradas. Es una ruta ideal para bicicletas de montaña y muy recomendable para finales de invierno y principios de primavera, cuando nazarenos, gamones, geranios silvestres y mil otras flores convierten estos páramos en un jardín.
Quién. La agencia de senderismo Campo a Través (teléfono 91 5762843) tiene programada esta misma excursión para el sábado 17 de abril, con viaje en autobús, guía y seguro. Precio: 2.250 pesetas.
Y qué más. La mejor cartografía de la zona que rodea Oreja es ladel Instituto Geográfico Nacional: hojas 605-IV, 606-III y 631-I, diseñado a escala 1:25.000.
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