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Tribuna
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Ahorros

En esa especie de maratón político que tiene como meta la fusión de nuestras cajas de ahorro, un especialista en la modalidad, el andalucista Pedro Pacheco, se niega a correrla. Sabe que de hacerlo llegaría fuera de tiempo a la meta y ha comprendido que la altura financiera del recorrido no casa con el kilometraje habitual de los intereses que representa. Demasiada carrera para tan poquitos pulmones. Así que, para no perder el brillo de carrerista de barrio, mejor seguir dándole vueltas al parque González Hontoria para poder competir en las carreras vecinales. En este tipo de modalidad, tan pequeñitas como algunas de las sucursales de la Caja de su pueblo, se tiene asegurado un sillón con un determinado poder. En una deseable fusión de todas nuestras cajas es casi seguro que no apareciera, o apareciera muy esquinado, en la tradicional foto de familia. Este apasionante debate está siendo enturbiado por tintes de todos los colores y calañas. Porque nadie quiere hacerse más fuerte a costa de perder su raquítico poder. La propuesta es hacer un gran parque financiero andaluz; pero la obsesión es seguir siendo el manijero de la parcelita. Es posible que semejante mentalidad sólo quepa en el cráneo cejijunto del dinero andaluz, que, por lo que se ve, no debe distar mucho en su grado evolutivo del cráneo de Orce, tan atractivo y sofisticado para la paleontología, pero tan futil y pueblerino para acometer grandes empresas conjuntas. A ver: cuál es el problema. ¿La sede de la Caja única? ¿Que puede radicar en Málaga, en Granada o en Sevilla? Por los clavos de Cristo, no sean ustedes tan torcidamente andaluces. De vuestras gestiones esperamos inversiones y número; pero nunca numeritos. Son en estas pruebas financieras donde nuestra burguesía más emprendedora debe dar la talla. Y ahí la tienen. Cada año nos salen mejor las ferias, las cofradías y las romerías postineras. Pero cuando de verdad hay que dar la talla y emprender una carrera conjunta para que los de arriba no se lleven el premio, nos aflora la sabiduría secular y nos convertimos en los palmeros de nuestra propia tragedia. Lo que más duele es que sea un andalucista quien se atreva a defender esta cacicada financiera. Pero quizás no haya nada peor que un furtivo reconvertido en guardabosques.J. FÉLIX MACHUCA

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