El Guggenheim busca las raíces del dibujo
Un centenar de obras muestra en Bilbao seis siglos de trabajos de 22 maestros
El Museo Guggenheim Bilbao ha reunido más de un centenar de dibujos de 22 artistas en la exposición De Durero a Rauschenberg: La quintaesencia del dibujo. Obras maestras de las colecciones Albertina y Guggenheim, abierta desde hoy al público y que pretende ser, según los organizadores, una visión crítica e histórica del papel del dibujo en la obra de sus creadores y del desarrollo del dibujo desde el Renacimiento hasta nuestros días.
La selección muestra, sobre todo, el carácter de las dos colecciones que aportan las obras, la Guggenheim de Nueva York y La Albertina de Viena (bajo el patrocinio del Banco Bilbao Vizcaya e Iberdrola). "Es la historia del dibujo desde la óptica de la Europa central", señaló Konrad Oberhübe, uno de los comisarios. El director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, resaltó la intención de primar la concentración en la obra de determinados autores por encima de la amplitud, desde el Renacimiento hasta nuestros días, en un recorrido "sin fisuras que expresa la quintaesencia del dibujo y también de los artistas". La exposición que ahora se puede ver en las salas clásicas del Guggenheim Bilbao, se presentó en el verano de 1997 en el Guggenheim de la Quinta Avenida de Nueva York, con algunas variaciones en las obras seleccionadas.
Los comisarios de la exposición han sido los directores de las dos colecciones implicadas, Thomas Krens, de la Fundación Guggenheim, y Konrad Oberhüber, director de la Graphische Sammlung Albertina, una entidad fundada a finales del siglo XVIII y especializada en la obra sobre papel, que ha logrado reunir desde entonces 60.000 dibujos y casi un millón de grabados. Oberhüber presentó ayer en solitario el resultado de su trabajo de selección, ya que Krens, el hombre clave en la dirección artística del museo de Bilbao, no estuvo presente.
Oberhüber resaltó la importancia de presentar una exposición de maestros del dibujo, —Rafael, Durero, Rubens, Rembrandt, Klimt, Kokoschka, Picasso, Kandinsky, Klee, Beuys y Rauschenberg, entre otros— en España. "Los dibujos no han sido coleccionados en España", dijo. "No lo hicieron a una gran escala europea". El director de la Albertina mostró su deseo de que la exposición tuviera repercusión "sobre el interés del dibujo en España". En su opinión, "lo extraordinario y único" de la unión de los fondos de la Albertina y el Guggenheim radica en presentar conjuntamente "lo antiguo y lo moderno". Oberhüber recordó que ambas colecciones se formaron en su origen con un "sesgo centroeuropeo", que consideraba al arte germánico tan importante como el arte italiano o francés. "Es la historia del dibujo desde la óptica de la Europa central", aseguró. "En nuestra colección se reúne el polo del norte para contemplar el hombre y la naturaleza y el polo del sur, para el cuerpo".
"La finalidad de la exposición es poder entrar en la expresión del artista y generar un impacto educativo fuerte para poder penetrar tanto en la historia del artista como en la historia del dibujo", resumió Oberhüber. Con este objetivo, cada uno de los artistas seleccionados está representado por cinco obras. En unos casos son retratos o paisajes, y en otros estudios de artista o páginas de sus cuadernos de bocetos. "Cada uno de los grandes maestros del dibujo de la colección Albertina trataron la línea de distinta manera y cada uno de ellos la utilizó para encontrar su propia verdad", resaltó. "Todos ellos nos invitan a abrir los ojos y explorar las muchas maneras de ver el mundo".
La primera parte de la exposición inicia su recorrido por la obra de Alberto Durero. Las diferentes utilizaciones del dibujo entre los creadores renacentistas se muestran a través de obras de los italianos Rafael y Federico Barocci. La línea cronológica avanza con piezas de Rubens y Rembrandt, y trabajos del francés Claudio de Lorena, el neoclásico alemán Rudolph Von Alt y del rococó francés Jean Honoré Fragonard. El siglo XIX está representado por Adolf Menzel y Hans Von Marées, "un precursor de la nueva visión del arte que no ha sido reconocido fuera del ámbito germano", en opinión del comisario de la exposición.
Punto de convergencia
La muestra tiene el punto de convergencia entre las colecciones Albertina y Guggenheim en las obras pertenecientes a finales de siglo XIX y comienzos del XX. "Refleja la transición entre la tradición figurativa y los diferentes lenguajes estéticos que ha reunido en su colección el Guggenheim", afirmó Oberhüber.
En este tramo del recorrido histórico, la Albertina aporta dibujos de tres de las figuras esenciales del arte austriaco del siglo XX: Gustav Klimt, Egon Schiele y Oskar Kokoschka. En este punto de la exposición comienza la aportación de las obras seleccionadas por Krens entre los fondos de la fundación que dirige.
Los dibujos de George Seurat y Picasso abren paso al arte de las décadas centrales del siglo XX, en las que se ponen en primer plano los artistas esenciales con los que se inició la colección Guggenheim: Kandinsky y Klee. En ausencia de Krens, fue su colega Oberhüber el encargado de revelar las intenciones del norteamericano. "Kandinsky y Klee fueron muy importantes para la formación del arte en América, como se ve en los dibujos de Gorky", subrayó. "Krens ha intentado mostrar una base americana, pero también ha continuado con el sesgo centroeuropeo de la exposición".
Los dibujos de Joseph Beuys —"un ocultista cultural", según Oberhüber— refrendan las palabras del comisario, antes de que los dibujos por transferencia de Robert Rauschenberg cierren el periodo temporal al que hace referencia el título de la exposición. La muestra se completa con dibujos de otros dos contemporáneos, Jim Dine y Francesco Clemente, al que el Guggenheim Bilbao compró varias obras, especialmente pensadas para una de sus salas.
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