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Zedillo se inclina por un proceso interno en el PRI para elegir candidato

Juan Jesús Aznárez

La militancia del oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ayer cumplió 70 años, será consultada por primera vez, a través del voto secreto, durante el proceso de selección del candidato a la presidencia de México, que será renovada en las elecciones del 2000. Las preferencias manifestadas serán consideradas por la dirección y, mediante mecanismos aún no explicados, deberá surgir un candidato de consenso. Sería el fin de una práctica histórica: la designación directa del candidato del PRI por el presidente saliente.

El presidente, Ernesto Zedillo, jefe natural del PRI, reiteró su renuncia a designar directamente al candidato, práctica de las anteriores presidencias denominada dedazo, pero utilizará toda su autoridad moral e influencia política para asegurar, dijo, que nadie manipule el proceso.Los discursos de Zedillo y de Mariano Palacios Alcocer, presidente del PRI, durante la celebración del natalicio del partido, abundaron en destacar la contribución de este grupo político a la estabilidad y el desarrollo político, y el jefe del Ejecutivo instó a que durante la primera quincena de mayo queden definidos los tiempos, reglamento y características del proceso de selección del candidato.

Autoridad moral

"En una votación popular, mi sufragio será uno más, con igual valor al de cada ciudadano", subrayó Zedillo, "pero también hoy vuelvo a dejar claro que en el proceso utilizaré toda mi autoridad moral y toda mi influencia política partidista para que se respete la democracia interna que estamos construyendo"."Reitero con absoluta claridad que yo no designaré al candidato del PRI a la presidencia de la República", concluyó. El presidente de México planteó en estos términos cómo debe nacer el nuevo abanderado: "El proceso de selección democrática debe utilizar el voto popular individual y secreto de los militantes en activo y de todos los ciudadanos que simpaticen con nuestro partido".

A renglón seguido, y sin precisar si esa consulta tendrá algún carácter vinculante, manifestó que "de esa voluntad popular deben surgir representantes con el mandato de llevar los votos obtenidos a un recuento final donde también habrá espacio para que se exprese la voluntad de la estructura sectorial y territorial del partido".

En opinión de Zedillo, muy aplaudido durante su intervención, "nuestro proceso de selección debe propiciar que se vaya construyendo progresivamente un consenso democrático a partir de las sumas de las mayorías locales y que culmine en un acto de unidad indiscutible".

No faltaron alusiones, sin nombres, a las precandidaturas de dirigentes muy distantes de sus planteamientos. Probablemente algunos de los dardos apuntaban a Manuel Bartlett, ex gobernador de Puebla, y a Roberto Madrazo, gobernador de Tabasco. "Compañeros de partido que me merecen sincero afecto y reconocimiento por su trayectoria política", dijo, "últimamente están reclamando como algo novedoso, e incluso en algunas ocasiones en tono poco comedido, precisamente lo que ofrecía desde mi campaña electoral, y he venido cumpliendo escrupulosamente. Ojalá que quienes ahora tienen este nuevo entusiasmo democrático contribuyan con igual vehemencia a la unidad de nuestro partido".

Durante la solemne efeméride en el cuartel general del partido en la Ciudad de México, presente la plena mayor del PRI y los ex presidentes vivos, excepto el último, Carlos Salinas de Gortari (autoexiliado en Irlanda pocos meses después de abandonar la presidencia), el jefe del Estado recordó que desde la campaña electoral de 1994 reclama más democracia en el país y en su propio partido. Diversos ámbitos del PRI piden normas y criterios claros cuanto antes, y se suceden los movimientos y maniobras para inducir el proceso. "Advertí que todos debíamos cuidar que los espacios que se iban abriendo no fuesen ocupados por intereses ilegítimos que pretendiesen manipulaciones antidemocráticas, o cacicazgos locales".

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