Londres no descarta que el asesinato de turistas en Uganda sea político
La posibilidad de que la muerte de los ocho turistas occidentales, entre ellos cuatro británicos, asesinados en Uganda a manos de guerrilleros hutus ruandeses, sea una venganza por el apoyo prestado por Londres y Washington al Gobierno tutsi de Yoweri Museveni, provocó ayer una de las jornadas más frenéticas recordadas por los diplomáticos de los tres países. Mientras el Gobierno de Tony Blair prometía colaborar en la captura de los criminales, agentes del FBI seguían ya su pista sobre el terreno.
Al presidente ugandés le quedó la tarea más ingrata. Tuvo que admitir que no había tomado precauciones para evitar la matanza.Con el relato del horrible final de unos intrépidos viajeros aún vivo en la memoria de todos, Tony Blair aseguró a la Cámara de los Comunes que hará todo lo posible para que el crimen no quede impune. "Haremos lo que esté en nuestras manos para que sean juzgados los responsables de esta matanza", dijo, sabiendo que contaba con el beneplácito de las fuerzas políticas nacionales. Robin Cook, su titular de Exteriores, investigaba entretanto los términos de la sangrienta advertencia de los rebeldes hutus.
Según fuentes ministeriales, la postura del Reino Unido respecto al Gobierno de Uganda es similar a la de otros países europeos y, por supuesto, Estados Unidos. ¿Por qué seleccionar entonces a las víctimas de acuerdo con su nacionalidad? se pregunta Cook. Sus colaboradores no descartan incluso que algún guerrillero hutu ruandés haya buscado refugio en Francia o Bélgica, antiguas potencias coloniales del centro de Africa. De ser así, podrían estar apoyando a sus correligionarios desde el exterior sin que ambos gobiernos europeos lo sepan.
Advertencias vagas
Para su sorpresa, Robin Cook ha tenido que medirse también con un interlocutor poco frecuente: las agencias de viajes. El ministro sostiene que a ellas les corresponde informar al turista acerca de los peligros reales de un viaje al corazón africano. "No pueden escudarse en las advertencias oficiales sobre países conflictivos ni eludir sus responsabilidades", señaló. Para los operadores turísticos dichas notas, incluidas en Internet, resultan "vagas y poco actualizadas". En caso de cancelación o incluso muerte, como ha sucedido ahora, la posibilidad de perder futuros clientes en viajes que superan las 300.000 pesetas por persona crea un conflicto moral no siempre bien resuelto.Precisamente el turismo, una de las principales fuentes de ingresos de Uganda, ha podido jugar un papel en el asesinato de los ocho turistas. El presidente Museveni ha reconocido que desoyó las advertencias de los propios rebeldes hutus, hechas poco antes del crimen. Decían que pensaban atacar a los visitantes extranjeros. Los gorilas del parque nacional Bwindi son una de las mayores atracciones del país. A partir de ahora, también una trampa mortal.
Ajenos a tantas declaraciones cruzadas de principios, los supervivientes de la pesadilla empezaron a ser repatriados ayer. Para dos británicos, un estadounidense, una suiza, un canadiense y un neozelandés comenzaba así el viaje más largo, la vuelta a casa sin sus amigos muertos.
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