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Invasión

En la última asamblea del Comité de Organizaciones Separatistas de Madrid en el Exilio (COSME), celebrada en Segovia, advirtieron los ponentes del Partido Nacionalista Madrileño (Panamá) sobre las peligrosas tendencias expansionistas que exhiben de un tiempo a esta parte el Ayuntamiento de la capital y el Gobierno de la comunidad autónoma correspondiente.Apoyados en sus pretensiones por el ministro de Fomento de Privatizaciones y Contratas, los gobernantes madrileños, de una manera sutil y torticera, pretenden incorporar la ciudad y parte de la provincia de Segovia a su territorio, utilizando para ello, a la manera de caballo de Troya, la construcción de una autopista de peaje y la puesta en marcha de un tren de alta velocidad que pondría la ciudad del Acueducto a media hora de la Villa que alberga a la diosa Cibeles.

El plan contempla la excavación de largos y costosos túneles a costa del contribuyente y en detrimento del medio ambiente.

El trazado del AVE, que amenaza al buitre leonado y a la cigüeña negra, dividirá de norte a sur la provincia, incomunicando, en el marco de un ambicioso plan de comunicaciones, a la fauna y al paisanaje del este y del oeste.

Se trata de que el AVE Madrid-Segovia se convierta en una prolongación del metro. La Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, esto es, la Renfe, cubre actualmente el servicio ferroviario con unidades de cercanías, en vez de hacerlo con trenes regionales, como le correspondería en un itinerario que atraviesa tres comunidades autónomas, Segovia, Madrid y Guadalajara, donde finaliza un trayecto que tiene más estaciones y paradas que un vía crucis.

Entre la estación de Chamartín y la de Segovia, el tren se detiene por lo menos 18 veces, cita de memoria el autor de estas líneas, usuario habitual del servicio en sus incursiones como espía del COSME a la capital del Estado.

Diecisiete pueblos y una urbanización privilegiada, una ínsula de madrileños infiltrados, creada con la sangre y el sudor ajenos por Jesús Gil y Gil cuando hacía sus primeros pinitos como delincuente inmobiliario y presidiario de lujo, condenado por el hundimiento de un pabellón que se convirtió en panteón de sus primeros clientes y que se había construido según sus indicaciones.

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Indultado por una especialísima gracia del Caudillísimo, Gil quedó en libertad, siempre provisional, para seguir gozando de ese regalo de los dioses que representa para cualquier urbanizador contar con un apeadero de ferrocarril en exclusiva para su urbanización.

El AVE y la autopista de peaje son las puntas de lanza del imperialismo madrileño en Segovia. La provincia de Madrid, particularmente esta zona de la sierra de Guadarrama, sufrió durante varios siglos las invasiones de los pastores segovianos y de su poderoso obispado, que se anexionó, por las buenas o por las malas, grandes parcelas de su territorio.

En revancha, hoy, los anexionistas madrileños hablan de la sierra de Madrid para referirse a enclaves segovianos situados en la vertiente norte del Guadarrama, enclaves colonizados por veraneantes de aspecto inofensivo que poco a poco se han ido haciendo los amos del lugar, encastillados en sus chalés y protegidos por murallas de ladrillos adosados.

Desde su despacho del Ayuntamiento, José María Álvarez del Manzano sueñacon unir Madrid y Segovia mediante un solo túnel.

En su despacho de la Comunidad, Alberto Ruiz-Gallardón contempla un horizonte de asfalto y hormigón, una ciudad lineal en expansión perpetua. En su despacho del Ayuntamiento de Segovia, el alcalde Ramón Escobar, aventajado alumno de Manzano, sueña con emular a su maestro excavando, horadando y levantando pavimentos y monumentos entre el tráfico caótico y el patrimonio histórico hecho unos zorros.

Se trata de que, cuando los invasores del AVE y la autopista desembarquen en Segovia, se sientan como en su propia casa y no echen de menos nada. Debe ser eso.

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