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El Papa agiliza los trámites para beatificar a la Madre Teresa

El papa Juan Pablo II ha roto las reglas del derecho canónico para acelerar los trámites de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta, que murió en septiembre de 1997, a los 87 años. El Papa ha autorizado al arzobispo de Calcuta, Henry Sebastian da Souza, abrir la causa diocesana para iniciar la beatificación de la fallecida premio Nobel de la Paz. Según la norma eclesiástica, que tiene carácter vinculante, hay que esperar un mínimo de cinco años tras el fallecimiento de la persona a quien se quiere alzar a los altares.El Vaticano alegó ayer que el Papa había aprobado una dispensa especial de la normativa en respuesta al gran número de peticiones recibidas por los obispos católicos de todo el mundo.

La sucesora de la Madre Teresa, la hermana Nírmala, declaró ayer estar "muy, muy contenta" con la iniciativa. Otra colaboradora, Sunita Kumar, señaló que "eliminar el periodo de cinco años es algo muy grande. Veremos cuándo será la canonización. Para nosotros, la Madre es ya una santa, con o sin canonización".

El Opus Dei inició los trámites de beatificación de su fundador, José María Escrivá de Balaguer, pasado ese plazo. En otros casos se espera más años: los jesuitas han mostrado su voluntad de dejar correr el tiempo antes de pedir la beatificación de su prepósito general Pedro Arrupe, pese a las numerosas adhesiones llegadas de todo el mundo a la curia vaticana.

Basándose en la dispensa del Papa, gran admirador de la Madre Teresa, la Congregación para la Causa de los Santos emitió, con fecha 12 de diciembre de 1998, un documento que autoriza al arzobispo de Calcuta a iniciar el proceso.

El primer paso será la constitución de un tribunal diocesano, que oirá las declaraciones de los testigos y recogerá la documentación sobre la Madre Teresa. A partir de ahí se redactará la positio, una biografía crítica.

Posteriormente, una comisión de teólogos dictaminará si hay elementos suficientes para pronunciarse sobre las virtudes teologales y morales de la religiosa. El Papa reconoce entonces al candidato como "siervo de Dios", y sólo queda, para la beatificación final, aprobar un milagro atribuido a la intercesión del aspirante.

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