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Mil años superpuestos

"Valencia se está convirtiendo en un punto de referencia de la arqueología en toda España", según el investigador Albert Riera. Quizás atraidos por esta circunstancia, unos 600 expertos se han dado cita desde el miércoles hasta ayer en el Palacio de Congresos para participar en la XXV edición del Congreso Nacional de esta especialidad. Entre otros temas, en la reunión se trató el futuro de las excavaciones. La actividad arqueológica en la ciudad quedaba además refrendada con la reciente presentación del libro editado por el Ayuntamiento titulado 50 años de viaje arqueológico por Valencia.

El epicentro de la actividad arqueológica en la ciudad se encuentra actualmente en el solar de la Almoina, de espaldas a la catedral de Valencia, el más denso en hallazgos y que en unos dos meses se abrirá al público. En este solar se concentran más de mil años de la historia de la ciudad superpuestos. De la época romana de la república se encuentra un almacén, unas termas y un santuario de divinidades acuáticas. De la época imperial data el foro, la curia, un mercado, restos de la vía augusta y otro santuario sobre el anterior. Junto a estos hallazgos, otros de dos cementerios y dos iglesias visigodas se mezclan con un nuevo cementerio, un conjunto de casas y el Alcázar (la residencia de la máxima autoridad) todos ellos de época árabe. Además, se encuentra el edificio de la Almoina (el equivalente a la actual casa de la caridad) fechado entre los siglos XIV y XV. Todo aderezado de inscripciones, monedas, restos de cerámicas y piezas arquitectónicas diversas, formando una particular macedonia de restos que han ido aflorando desde que se inició la excavación, en 1985. Pese a estos descubrimientos, que se han acelerado los últimos años, el investigador Albert Ribera no esconde sus quejas hacia el Ayuntamiento. A pesar de que el SIAM es una entidad municipal, los arqueólogos no están integrados en una unidad administrativa, como el resto de departamentos municipales, "algo que se debería de arreglar para evitar que, entre otras cosas, se perdiesen frisos y otros restos".

El valor de los hallazgos de su subsuelo convierte a Valencia en una referencia arqueológica estatal La XXV edición del Congreso Nacional de Arqueología aborda el futuro de las excavaciones

Ribera describe en sus páginas la historia de la ciudad y la actividad del Servicio de Investigación Arqueológica Municipal de Valencia (SIAM), fundado en 1948. El inquisidor Josep del Olmo tiene el honor de ser el primer arqueólogo valenciano de quien existe constancia escrita. En el año 1657, las obras de construcción de la Basílica de la Mare de Déu dels Desemparats sacaron a la luz inscripciones y estatuas de lo que probablemente fueran restos de un templo o parte del foro de época romana. Tuvieron que pasar algo menos de tres siglos para que en 1948 se creara en Valencia el Servicio de Investigación Arqueológico Municipal (SIAM) y 342 años para que el Ayuntamiento de Valencia editara 50 años de viaje arqueológico por Valencia, un libro que recoge los hallazgos más relevantes desde que se fundó el SIAM y referencias a la historia de la investigación arqueológica en la ciudad. Los primeros habitantes de la ciudad fueron 2.000 colonos que llegaron a un solar rodado de canales fluviales el año 138 antes de Cristo, donado por el cónsul Junio Bruto a los soldados romanos que se distinguieron en la lucha contra Viriato. Desde entonces la población fue creciendo hasta alcanzar, en poco tiempo una importancia similar a la actual. La importancia de la Valencia del siglo XV, a la cabeza de la Corona de Aragón, está fuera de duda. Sin embargo, no estaba tan claro entre los historiadores que la ciudad ocupara un lugar destacado en la Hispania romana hasta que hace unos cinco años un descubrimiento arrinconó las últimas sospechas. En 1994 los arqueólogos municipales concluyeron el puzle que habían empezado juntando piezas descubiertas a lo largo de los años 1987, 1988 y 1990. Todas encajadas mostraban un hipódromo romano con una capacidad para 10.000 localidades (superior a la población de la Valencia de entonces y comparable a la de Sagunto) que se extendía desde la antigua Universidad de la calle de la Nave hasta el extremo opuesto de la plaza de Nápoles y Sicilia, en total, una longitud de 350 metros. Ésta fue una de las "sorpresas" que recuerda Ribera, sacadas a la luz por el SIAM. El departamento nació en plena posguerra, en una Valencia metida en una fuerte actividad urbanística. En 1947 se abrió la avenida del Barón de Cárcer y, a la altura del Mercado Central, las obras tropezaron con un cementerio romano que albergaba más de 200 tumbas, lo que motivó que el Ayuntamiento creara un servicio para controlar los restos que salieran. Desde el Ministerio de Educación Nacional se autorizó la creación de la figura del Comisario Local de Excavaciones, que recayó sobre el funcionario municipal José Llorca. Su labor se limitaba a prohibir el uso de maquinaria para construir las fincas. Los promotores se veían obligados a hacer los sótanos a mano, y los funcionarios, más que excavar "recogían trastos" de los solares en los que se edificaba, como gráficamente describe Ribera. En esta primera etapa las excavaciones se limitaron a la necrópolis romana y a otra que se realizó en la plaza de la Virgen entre 1959 y 1960, de la que "lo único que queda fue el nombre del bar Roma", señala el arqueólogo municipal. "Nos volvemos locos para interpretar los restos que salieron", alude, y es que los procesos de recogida de datos y el archivo empleados guardan poco parecido con los actuales. Tras este primer momento y coincidiendo con la jubilación del comisario, llega "una de las épocas negras" de la arqueología, en boca del arqueólogo municipal. El desarrollismo llega a Valencia acompañado de un "gran destrozo arqueológico" y las palas excavadoras se llevan por delante importantes restos de la memoria histórica de la ciudad. Dos de los ejemplos de las agresiones a las que se refiere el autor del libro son la destrucción de parte del antiguo Palacio Real -frente al parque de los Viveros- y la construcción del aparcamiento de la plaza de la Reina donde "se llevaron por delante las murallas romanas y muchas otras cosas". En 1981 la arqueología se reactiva después de 10 años de parón. Surgen los planes generales, y se interviene antes de que se construya, realizando múltiples excavaciones. Legislatura perdida Entre los años 1991 y 1995 se producen unos de los sucesos más peculiares de la arqueología valenciana reciente, mientras la concejalía de cultura se encontraba en manos de la entonces militante de Unión Valenciana Dolores García Broch. Entonces se produjo un importante parón de las excavaciones que se estaban realizando en la ciudad, entre ellas, las de la Almoina.

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