Jonathan nunca falla

Este trovador naïf, minimalista y eternamente feliz y despreocupado volvió a enamorar a una audiencia con las únicas armas de su apasionada voz, una simpatía irresistible, una guitarra española y media batería, tocada por un músico que no movió una ceja en todo el concierto. Esta vez, Jonathan Richman traía la música disco como leit motiv, arrancándose con Sex machine, Rock you babe y otras joyas de la pista.El público, que en todo momento se manifestó arrobado con las evoluciones de este Dylan sin pretensiones de genio -a pesar de serlo-, celebró la interpretación de las maravillosas joyas de la diversión que Jojo atesora en una larga discografía que abarca más de veinte años: Egyptyian reggae, Icecream man, Nineteen in Naples o I'm so confused. En medio de bromas, Richman fue adaptando algunas de ellas a su particular castellano y, al final, tras un bis, salió realmente compungido a decir a la concurrencia (que se negaba a abandonar la sala) que no podía seguir tocando porque había una fiesta después. Lo dicho: genial. Jonathan nunca falla.