La policía de Rumania detiene al líder de los mineros y disuelve la marcha de sus seguidores
El líder minero Miron Cozma, el hombre más buscado en Rumania durante los últimos días, fue detenido ayer tras fracasar su intento de conducir a sus colegas del valle del Jiu (centro del país, 300 kilómetros al oeste de la capital) hacia Bucarest en un nuevo desafío al Gobierno. Cozma había acusado al Gobierno de coalición de Radu Vasile de influir en la condena de 18 años de cárcel que le impuso el pasado 15 de enero el Tribunal Supremo de este país por su responsabilidad en la marcha minera de 1991, que condujo a la caída del Gabinete de Petre Roman.
Declarado culpable de socavar entonces el orden constitucional, entre otros delitos, el líder minero no quiso someterse al veredicto, por considerar que la justicia rumana está manipulada políticamente, e intentó buscar el apoyo de sus compañeros, poniéndose de nuevo a su frente.Cozma, contra quien se dictó la noche del martes una orden de busca y captura, después de que los policías que fueron a detenerle a su domicilio de Petro-sani (centro del valle del Jiu) no lo encontrasen, fue detenido ayer en Caracal (cerca de 200 kilómetros al oeste de la capital) y llevado a Bucarest. Ahora tendrá que responder del nuevo cargo que se le imputa: haberse opuesto a la ejecución del mandato judicial contra su persona.
El líder minero fue capturado poco después de que las fuerzas del orden dispersasen a los cerca de 2.000 mineros que le arropaban y que protagonizaron dos enfrentamientos violentos con la policía. Según fuentes policiales, uno de los mineros falleció al intentar subirse a un tren en marcha. Hubo además unos setenta heridos.
La policía detuvo también a otros dos líderes sindicales, Romeo Beja y Dorin Lois, que han sido acusados de entorpecer la acción de la justicia y de asociación para delinquir. Según fuentes de la dirección policial, otros 300 mineros fueron detenidos durante los enfrentamientos de ayer con las fuerzas del orden en la localidad de Stoenesti, unos 250 kilómetros al oeste de Bucarest.
Tras el fracaso de esta acción minera, las autoridades organizaron el transporte de vuelta al valle de Jiu de los trabajadores, que, sin sus líderes, se sometieron sin protestar a las órdenes de la policía. Sin embargo, en Petrosani, centro de esta cuenca carbonífera y baluarte de Cozma, numerosas personas se reunieron en estado de gran agitación ante la sede la Liga de los Sindicatos.
Continuar la protesta
Algunos testigos informaron de que hay mineros que quieren seguir su protesta contra la detención de Cozma y que en la localidad de Vulcan se recibieron amenazas de bomba contra la sede de la oficina central de Correos. A la salida del desfiladero del río Jiu se concentraron a mediodía de ayer fuerzas de la policía para impedir el paso a una nueva columna de mineros.
Según un comentario generalizado en Bucarest, la policía rumana "se desquitó" ayer de la humillación sufrida el pasado enero cuando se vio desbordada por los mineros, dispuestos a llegar una vez más a la capital con su líder al frente. El comandante al frente de la policía que ayer desvió la marcha minera hacia Bucarest, Anghel Andreescu, manifestó que "tenemos que limpiar la vergüenza del mes de enero, cuando los mineros provocaron la desbandada de la policía, y recobrar nuestra dignidad".
En aquel momento, sólo la amenaza de las autoridades de declarar el estado de excepción y recurrir a las Fuerzas Armadas hizo que los mineros se sentaran a negociar con el Gobierno y firmaran un acuerdo por el que se les concedió un aumento salarial de un 35% y otras reivindicaciones sobre la estabilidad de sus puestos de trabajo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.