_
_
_
_
FÚTBOL. COPA DEL REY

El Atlético supera el primer día sin Sacchi

Correa y las correcciones de Aguiar conducen a los rojiblancos a la remontada ante el Espanyol

El Atlético ganó en su primer día sin Sacchi, después de cuatro tropiezos consecutivos. Lo hizo tras una primera mitad triste, vacía de juego, y gracias a la inspiración de Correa en la segunda, a la pericia de Carlos Aguiar para corregir un planteamiento inicial equivocado y al coraje general. El Espanyol se puso por delante, pero no supo contestar la heroica posterior de los rojiblancos, que alcanzaron la victoria más por ganas que por brillantez.Si el partido ponía a prueba a Carlos Aguiar y sus posibilidades de continuar en el cargo hasta final de temporada, el técnico del filial realmente se ganó una oportunidad. No sucedió el encuentro que se había imaginado el entrenador, no acertó con el dibujo táctico inicial ni con la alineación, pero supo interpretar los acontecimientos, localizar los errores y diagnosticar sobre la marcha los remedios que demandaba la reunión. Acertó el técnico con los cambios, con la revolución que aplicó a su propia revolución tras el descanso.

ATLÉTICO 2-ESPANYOL 1

Atlético: Molina; Ramón (Roberto, m.46), Santi, Chamot, Toni; Aguilera, Jugovic, Lardín (Correa, m.46); Juninho, Baraja; y José Mari.Espanyol: Toni; Cristóbal, Nando, Helguera, Capdevila; Nan Ribera (Brnovic, m.60), Sergio (Pacheta, m.62), Galca, Arteaga; Posse (Darío Silva, m.71) y Benítez. Goles: 0-1. M.33. Posse tira una vaselina desde la frontal y Molina, adelantado, no acierta a despejar la pelota. 1-1. M.58. Aguilera profundiza hacia Correa, que controla dentro del área y bate a Toni con un tiro raso cruzado. 2-1. M.84. Roberto lanza un pase interior a Juninho, que resuelve con un derechazo cruzado el mano a mano ante Toni. Árbitro: Díaz Vega. Amonestó a Galca, Nando, Sergio, Darío Silva y Jugovic. 10.000 espectadores en el Calderón. Partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey

Más información
Guti resucita al Madrid
El holandés sigue su camino
Daniel Passarella exige un año y medio de contrato
Gil se pronuncia a favor de la continuidad de Aguiar
Mundos opuestos en el Camp Nou
El oportuno regreso de Ilie
Mallorca y Deportivo firman tablas y un gran espectáculo

Su 4-3-2-1 inicial no hizo mella en el Espanyol, que vivió una primera parte cómoda. La superpoblación rojiblanca en el centro del campo, la escasez de delanteros y el intento de conquistar el encuentro por las bandas, con Aguilera y Lardín muy abiertos, y con dos media puntas -Juninho no existió en esa fase y Baraja actuó cohibido-, no funcionó. Probablemente porque dos sesiones de trabajo son pocas para aprender un nuevo montaje táctico, el Atlético siguió con la misma ceguera de ideas que en los tiempos de Sacchi, con idéntica tristeza en asuntos ofensivos, con parecida incapacidad para hacer daño. Muy acelerado e impreciso, apresado por los nervios, el Atlético, tal vez víctima de ese bloqueo sacchiano del que hablan los directivos, cuajó una primera mitad desastrosa.

El Espanyol mandaba fácil. Lo hacía a su manera, con acosos decididos sobre el rival, una mentalidad más destructiva que constructiva, orden y lucha, pero sin gracia. Con esa fórmula, y un sorprendente marcaje individual por toda la cancha de Cristóbal sobre Juninho, los catalanes se apropiaron de la situación. Mandaron en todo. Cuando alcanzaron el gol, allá por el minuto 34, la estadística era rotunda: el Espanyol había rematado ya seis veces a puerta; el Atlético, ninguna. El tanto de Posse llegó en una incursión por la derecha, el lado por donde más flaquearon los madrileños.

Juninho se ofrecía, pero no le salía nada. Lardín no hacía daño por su banda, y eso que la marca de Cristóbal sobre el brasileño le había dejado a solas con Nan Rivera, que no es lateral. Aguilera sí profundizaba por la suya, pero sus centros imprecisos le estropeaban todas sus carreras. Jugovic, sujeto a las obligaciones tácticas del medio centro, apenas subía. Y Baraja parecía superado por la situación, no se atrevía a las incursiones que le han hecho llamar la atención en el filial. Defensivamente, pese a perder la rigidez y la presión constante de los tiempos de Sacchi, el Atlético funcionó más o menos bien, con seguridad y orden. El problema no estaba ahí, sino en el manejo de la pelota.

La solución llegó en la segunda mitad, cuando Aguiar metió el bisturí a su alineación y planteamiento. Dejó las bandas a los laterales -Ramón se quedó en el vestuario, Aguilera abandonó el centro del campo para ocupar su sitio, y Lardín también fue sustituido-, descongestionó el centro del campo -Baraja se tiró un poco a la izquierda y Roberto, que saltó al campo, a la derecha-, Juninho siguió en la media punta y Correa reforzó cuantitativa y sobre todo cualitativamente la delantera. El uruguayo fue el mejor de los suyos, el verdadero artífice del cambio rojiblanco en la segunda mitad.

Con un juego más corajudo que iluminado, con más ganas que claridad de ideas, el Atlético se fue viniendo arriba. Fue reconquistando progresivamente la autoestima, la pelota, la afición -que había despedido al equipo con silbidos en el descanso- y el resultado. Los futbolistas perdieron el miedo a sí mismos, se atrevieron con pequeñas aventuras y empezaron a buscar los dominios de Toni, animados por la grada, que se volcó decididamente con el equipo. El Espanyol retrocedió, sin perder fiereza ni estructura, pero los arranques de casta del Atlético y Correa empezaron a hacerle daño. Llegó el empate y, casi al final, el 1-2. Lo marcó Juninho, precisamente el jugador que más lo necesitaba: viene de una mala época y precisa creer en los nuevos tiempos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_