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La selección debería jugar en la cárcel

Carmen Morán Breña

La cárcel preparada. Las reclusas ocupando su localidad en el salón de actos. Las modelos esperando en los camerinos. Las pruebas de luces y sonido en perfecto estado de revista. Y los vestidos que no llegaban. La furgoneta con los diseños originales de Rocío Trastallino se perdió por el camino. Como el pase de modelos no podía empezar, se optó porque el cantante, Francis, comenzara con su música melódica, para ir animando el patio de butacas del Penal de Sevilla II, que por estas fechas cumple 10 años. "Soy libre como el viento y no tengo ataduras", cantaba meloso Francis, y las presas, que se olvidaron durante dos horas de que lo eran, aplaudían al batería, al bajo de los pelos largos y al del órgano. Peor suerte corrieron las chicas del coro. Sus gestos con manos y brazos al ritmo de la música más bien parecían interpretar el lenguaje para sordos. "¿Están nadando?", preguntaba con guasa una de las internas. Y otras las imitaban en plan de cachondeo. Pero hubo muchos aplausos, muchos, aunque lo que verdaderamente tocó el corazoncito del público fueron 20 segundos en los que se escuchó Triana. "Eso sí que es un pedazo de música", decía una interna. "Triana, es Triana", repetían medio extasiadas, medio sorprendidas. Duró eso, 20 segundos, porque empezaba el pase de modelos. 12 chicas de entre 18 y 20 años se habían prestado altruistamente a las órdenes de su agencia, Rocío Martín Producciones, para presentarle a las reclusas la moda de primavera verano. "Es la primera vez que entro en la cárcel, parece de película, la gente agarrada a las rejas. Te da un poco de agobio, de miedo", decía una de ellas. "No es agobio, es respetillo. Una no sabe por dónde va a salir", aclara Fátima Martín. Han ido bromeando en el coche sobre la posibilidad de entrar en la cárcel como modelos y salir como rehenes. Pero están contentas porque consideran que lo que van a hacer -si de una buena vez llegan los vestidos- es una distracción para las presas. Y por fin aterrizan las confecciones de Trastallino. Las chicas comienzan a desfilar entre aplausos y piropos. "Ese vestido si que es bonito". "Pues anda que los zapatos. Preciosos". "Mira , pa tu boda" . Hasta la chica de los calcetines largos, la falda escocesa y la gorra de lana, que había salido de enfermería para ver el desfile de moda, se olvidó por un rato de su crisis nerviosa. "Esto te alegra", decía, encantada de que la entrevistaran para la televisión. La cárcel tiene una ventaja sobre otros edificios para hacer espectáculos de todo tipo. Bueno, dos ventajas. La primera es que no se escuchan los teléfonos móviles porque se los requisan a las visitas cuando entran. Y la segunda, que el público es el más animoso que pueda encontrarse. Los partidos de la selección nacional deberían jugarse en las cárceles. Si España contra Bulgaria, a Sevilla II; si Brasil juega con la selección, a Soto Real; Ocaña para los cuartos de final y Nanclares de Oca para dirimir el ganador mundial. Ya lo decían las modelos cuando acabó el pase: "Ha sido el mejor público que hemos tenido, han animado mucho". Claro, si es que las cárceles ya no son lo que eran. Hasta el cantante estaba alucinado. Era la primera vez que Francis pisaba una prisión, y se esperaba "algo más fuerte". "Uno está harto de ver películas y ...". Salió encantado. Como las presas. "Don Francisco, don Francisco, esto ha estado muy bien, muy bien. Por cierto, don Francisco, que me han trasladado al cuarto y yo no quiero estar allí, y... "Circulen, circulen".

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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