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Un grupo de inmigrantes deja el trabajo para evitar que la policía les desaloje de una cochera

Un grupo de 16 inmigrantes, todos ellos con permiso de trabajo y residencia en España, permanecen desde hace dos días en una cochera de El Ejido que utilizan de vivienda para evitar su desalojo. Los inmigrantes tienen entre 16 y 65 años y todos ha dejado de ir a trabajar después de que la policía local se personara la madrugada del 16 de febrero para comunicarles que tenían que desalojar la cochera en un plazo máximo de 24 horas, según una orden decretada por el Ayuntamiento. Los inmigrantes aseguran que se les ha denegado el alquiler de un piso " sistemáticamente".

Ni Lahoen Al Hamdaouj, de 39 años, ni Hamou Ibrahym, de 41 y tampoco Outmziline Barhim, de 30, asistieron ayer al invernadero en el que trabajan de lunes a viernes. El resto de sus compañeros de cochera, 13 magrebíes más, tampoco lo hicieron. Ayer fue el segundo día que decidieron renunciar al sueldo diario por el que muchos arriesgaron sus vidas, para hacer guardia y custodiar el único techo que les da cobijo. Temen lo peor: que si se marchan al trabajo no encuentren piedra sobre piedra del recinto en el que duermen hacinados. El ultimátum anunciado por la policía alegaba razones de salubridad y peligro de derrumbe para el desalojo inminente. Ocho años El grupo de jornaleros habita la cochera desde hace ocho años. Están instalados allí con el consentimiento del propietario y no pagan alquiler alguno. Carecen de luz y agua. Han confeccionado una cabina de ducha en la que se introducen tras calentar varios litros de agua a la lumbre prendida con troncos y ramas del descampado que les rodea, un trozo de tierra que pasará en breve a ser urbanizado. "Está previsto que justo la cochera en la que viven se convierta en la calzada de una calle que pasará por ahí mismo. Si te das cuenta la mitad de la calle ya está hecha y se para justo en la cochera", apunta Mercedes García Fornieles, presidenta de Mujeres Progresistas de El Ejido que, junto a representantes de IU, comparte con los magrebíes la noche en la que expira el fatídico plazo anunciado por los agentes locales. Ella fue de las primeras en conocer la notificación dada a los inmigrantes y asegura no poder localizarles ningún otro lugar para vivir. "No sabemos si la cochera está ya expropiada al dueño. De lo que se trata es de conseguir tiempo para buscar otro sitio. Pero ¿dónde encontramos? No hay casas y las que hay no las quieren alquilar. Esto es un problema de Asuntos Sociales y su obligación es realojarlos", sentencia. "No hemos encontrado nada y cuando hay algo nos dicen: "marroquíes, no tenemos nada para vosotros", explica Hamour Ibrahym. "El problema es que las ONG no estamos coordinadas. Nos apuntamos acciones sin reparar en que tendríamos más fuerza juntas", apunta un miembro de Mujeres Progresistas. Un empresario agrícola propone una solución con vehemencia envidiable. "Es muy sencillo. Está claro que el Ayuntamiento no va a hacer casas para esta gente, así que todos los agricultores que tengan fijos a sus jornaleros deben proporcionarles un cortijo donde vivir", concluye. Con el sol ya en el horizonte se respira con alivio al saberse premiados con un margen de tiempo mayor para buscar alternativas. Mientras tanto, el género de pepino, tomate o berenjena seguirá pasándose unos días más al no haber nadie que los recoja.

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