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Pujol pide a Aznar y al PNV un esfuerzo de comprensión mutua sobre el proceso de paz

Jordi Pujol terció ayer en la difícil relación que mantienen el Gobierno y el PNV pidiendo a ambas partes que hagan un esfuerzo para comprender sus respectivas posiciones sobre la pacificación del País Vasco. El presidente catalán, que se reunió con José María Aznar en La Moncloa, reiteró ante el jefe del Ejecutivo su apoyo a la política del nacionalismo vasco democrático, así como su convicción de que el avance del proceso de paz no será sencillo ni rápido. Pero también lanzó un mensaje claro al PNV al afirmar que la política del Gobierno del PP merece igual comprensión. Con todo, tanto Pujol como el portavoz del Ejecutivo, Josep Piqué, negaron que el presidente catalán tenga la misión de mediar en este asunto.

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El proceso de paz en el País Vasco ocupó buena parte de las tres horas que duró la entrevista de ayer entre el presidente del Gobierno, José María Aznar, y su principal aliado parlamentario, el nacionalista catalán Jordi Pujol, presidente de la Generalitat y líder de CiU.Pujol hizo hincapié durante el encuentro en la idea de que el camino hacia la paz requerirá mucho tiempo, paciencia y, sobre todo, comprensión por parte de todos los agentes implicados. Tal como él mismo confirmó al término de la reunión, el presidente catalán ofreció "la actitud positiva" de su Gobierno para "propiciar un ambiente favorable" al avance del proceso de paz. Un ambiente, reiteró, que requiere grandes dosis de comprensión mutua entre las partes implicadas.

Tanto Pujol como Piqué insistieron, sin embargo, en que el presidente de la Generalitat no actuará como mediador ante los nacionalistas vascos. El líder catalán y el Gobierno central huyen del vocablo mediación como de la peste. Especialmente el Gobierno, que teme a cualquier movimiento que en este momento pueda dar pie a un aluvión de ofertas externas de mediación en el conflicto del País Vasco, según indicaron fuentes del Ejecutivo a EL PAÍS. Una mediación declarada, fuera del tipo que fuera, según las mismas fuentes, debilitaría en este momento el peso de las instituciones españolas en la definición del proceso vasco de paz.

Pujol no es un tertuliano

Eso mismo vino a decir Piqué ayer al negar que Pujol hubiera recibido un "encargo específico" de mediación por parte de Aznar. "Hay que respetar el papel de las instituciones en este proceso; cualquier otro camino no tiene fundamento", apostilló el ministro portavoz.

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Pujol, haciendo gala de su inveterada prudencia declarativa en relación con el conflicto vasco, también huyó de la palabra mediación. "Nadie nos ha pedido que hagamos un papel moderador que no nos corresponde. Y si nos lo pidieran, probablemente no podríamos hacerlo", declaró el presidente catalán, aunque a renglón seguido admitió que había pedido a Aznar comprensión hacia la situación en que se encuentra el PNV y viceversa.

Pujol aún se adentró algo más por esta senda al reconocer su disposición a contribuir a crear el ambiente más favorable posible al avance del proceso de paz. "Más allá no puedo ni debo ir", agregó al término de su encuentro con Aznar. "Cuanto menos interferencias haya mejor. Además, yo no soy un tertuliano, de manera que no tengo la obligación ni la necesidad de hablar más sobre este tema".

Fuentes del Gobierno catalán, no obstante, fueron algo más precisas al confirmar a este periódico la disposición de los nacionalistas catalanes a hacer valer los buenos lazos que mantienen respectivamente con el Ejecutivo del Partido Popular y con el Partido Nacionalista Vasco para ayudar a engrasar las chirriantes relaciones entre ambos.

No en vano Pujol entró ayer en el despacho de Aznar con los bolsillos llenos de información de primera mano sobre cómo afrontan los nacionalistas vascos el proceso de pacificación. El presidente catalán había recibido apenas 24 horas antes en Barcelona al lehendakari Juan José Ibarretxe. Éste defendió ante Pujol la necesidad de seguir buscando acuerdos con Euskal Herritarrok (la nueva marca electoral de Herri Batasuna), aún a riesgo de que el PNV sea acusado desde el PP y el PSOE de servir a los intereses estratégicos de los nacionalistas radicales. Y el presidente catalán, por su parte, respaldó públicamente la línea política emprendida por el PNV.

Otegi y la Generalitat

Sólo tres días antes, Jordi Pujol se había reunido, también en la capital catalana, con el presidente del PNV, Xavier Arzalluz. Y también había recibido sendos informes de los consejeros de Gobernación y de Trabajo del Gobierno de la Generalitat sobre una larga conversación privada que ambos mantuvieron con el líder de EH, Arnaldo Otegi, el 1 de febrero en Barcelona.

El portavoz del Gobierno, por su parte, aseguró que Aznar y Pujol comparten firmemente el criterio de que "no puede haber contrapartidas políticas a la paz". Josep Piqué no dejó pasar por alto la oportunidad de subrayar la idea de que los aliados catalanes del Gobierno no forman parte de un eventual frente común con los nacionalistas vascos ante el Estado.

El Gobierno llevaba días ya buscando el momento apropiado para escenificar esta situación, especialmente después de que los principales dirigentes de CiU, del PNV y del Bloque Nacionalista Galego celebrasen la semana pasada en Barcelona la cuarta cumbre de la trilateral nacionalista bautizada como Declaración de Barcelona.

Piqué hizo hincapié al término de la entrevista entre Aznar y Pujol en que el Gobierno tiene plena constancia de la lealtad constitucional de Jordi Pujol y de los nacionalistas catalanes. "No hay ninguna razón para ningún tipo de inquietud al respecto", remachó el ministro portavoz. Horas antes anunció que el Ejecutivo central estaría dispuesto a abrir el diálogo con EH en el caso de que esta formación acabe suscribiendo el documento que intentan consensuar PNV y EA con la coalición abertzale a favor de la desaparición de la violencia en Euskadi, documento que se votará en el Parlamento vasco el día 18.

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