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Promesa incumplida

Pocos países africanos han seguido una trayectoria tan decepcionante en las dos últimas décadas como Zimbabue. Esta nación de 13 millones de personas, antiguo modelo de democracia, legislación y tolerancia, se está convirtiendo en una temible y militarizada autocracia. Las últimas diatribas del presidente Robert Mugabe contra periodistas y jueces son particularmente preocupantes. Los aliados extranjeros de Zimbabue, incluido Estados Unidos, deben presionar a Mugabe para detener este lamentable paso hacia la tiranía. La crisis comenzó el mes pasado, cuando el Ejército de Zimbabue arrestó y torturó a dos periodistas que habían hecho un reportaje sobre un golpe militar fallido. Tres jueces del Tribunal Supremo invitaron a Mugabe a reafirmar la ley, recordando al Ejército que no tenía derecho a arrestar civiles y que la tortura era algo inaceptable. Sin embargo, Mugabe defendió la conducta de los militares, denunció a la prensa e invitó a los jueces a dimitir. (...) Mugabe debería (...) atender a las necesidades apremiantes de Zimbabue, como el rápido incremento en los precios de los alimentos, el fuerte desempleo y una epidemia de sida que afecta a uno de cada cuatro adultos. Las crecientes presiones económicas han traído meses de inquietud y la principal respuesta del Gobierno ha sido la represión. En lugar de hostigar a los potenciales oponentes, Mugabe debería, a sus 74 años, ir preparando el camino a nuevos líderes para poder dar un paso hacia adelante cuando finalice su mandato en el 2002.

12 de febrero

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