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FIN DEL "CASO LEWINSKY"

El presidente invita a la reconciliación

Bill Clinton evitó ayer todo triunfalismo en su primera declaración pública tras su absolución por el Senado de Estados Unidos. Maestro en el arte de pulsar la temperatura de la opinión pública a través de las encuestas, Clinton sabía que el 69% de sus compatriotas no deseaba que expresara ningún regocijo por su salvación en el embrollo del caso Lewinsky. Así que, con el rostro grave, sin la menor sonrisa, pidió perdón por lo ocurrido e invitó a toda la nación a cicatrizar las heridas y a concentrarse en los problemas del pueblo. "Éste", dijo, "debe ser un tiempo de reconciliación".

Nubes y claros alternaban en el cielo de Washington cuando, una hora y media después de que el juicio hubiera sido cerrado en el Capitolio, Clinton compareció en los jardines de la Casa Blanca y, de pie, tras el atril presidencial, declaró: "Estoy profundamente arrepentido por lo que hice y dije en este asunto, y por la pesada carga que he colocado sobre las espaldas del Congreso y el pueblo norteamericano. Quiero expresar humildad y agradecimiento por los apoyos y oraciones que he recibido en el último año de millones de norteamericanos". "Pido a todos mis compatriotas, en Washington y a lo largo de todo el país, que ahora nos dediquemos a trabajar al servicio de nuestra nación y a construir juntos el futuro. Este debe ser un tiempo de reconciliación y renovación". Clinton concluyó su declaración con esas palabras y ya volvía al interior de la Casa Blanca cuando un periodista le preguntó: "¿Está usted dispuesto a perdonar a los congresistas republicanos?" Entonces, regresó al atril y respondió: "Todo aquel que pida perdón debe estar dispuesto a darlo".

Y es que Clinton ha escapado a la destitución, y con mucho mejor resultado que su único antecesor en este asunto, el presidente decimonónico Andrew Johnson, pero también sabe que su imagen personal y la institución de la presidencia han quedado profundamente heridas.

Si el 70% de los estadounidenses, según la última encuesta CNN-USA Today-Gallup, aprueba su labor como presidente, el 77% cree que mintió bajo juramento, el 74% no le considera una persona honesta y digna de confianza, y el 79% le rechaza como líder y ejemplo moral. Es un lastre muy pesado para materializar el programa de Gobierno de sus dos últimos años de presidencia, aquellos en que incluso un titular de la Casa Blanca intachable, personal y políticamente, es considerado un pato cojo por la inminencia del proceso electoral. Pero Clinton tiene una necesidad desesperada de hacer algo importante. Algo que se recuerde. Gran lector de libros de historia y obsesionado por lo que de él dirán los del siglo XXI, no tiene ahora otro legado que presentar que el haber gestionado una época de paz y prosperidad y, sobre todo, haber sido procesado, juzgado y absuelto por mantener relaciones sexuales con una subordinada en el Despacho Oval y haber mentido a los ciudadanos de su país.

La salvación del sistema publico de pensiones de jubilación, la Seguridad Social norteamericana, es, según anunció en su discurso sobre el Estado de la Unión el mes pasado, su gran objetivo. A este tema popular propone dedicar los superávits presupuestarios que registra Estados Unidos desde el pasado año. Los demócratas le apoyan con firmeza en esta campaña, a la que tampoco pueden oponerse frontalmente los republicanos. Pero, pese a todas las buenas intenciones anunciadas ayer por Clinton, al igual que las pronunciadas por sus partidarios y sus detractores, será difícil que la Casa Blanca y la mayoría republicana del Congreso que le procesó y juzgó puedan trabajar conjuntamente.

Carrera electoral

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Ahora, a las heridas dejadas por el caso Lewinsky se añade el comienzo de hecho del largo proceso electoral norteamericano. Clinton, que ya tenía como objetivo conseguir que le suceda en la Casa Blanca su vicepresidente, Al Gore, también piensa ahora aprovechar el desprestigio republicano, por el uso que ha hecho del caso Lewinsky, para impulsar que sus correligionarios demócratas se hagan con la mayoría en las dos Cámaras del Congreso el año próximo. El culebrón ha terminado, pero la política estadounidense va a seguir navegando por aguas turbulentas hasta que Clinton ceda la Casa Blanca a su sucesor, sea el que sea. El presidente, entretanto, va a volver a concentrarse en asuntos internacionales. Este fin de semana, confirmó ayer su portavoz, Joe Lockhart, viaja a México. En marzo, tiene prevista una gira por Centroamérica.

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