Primakov logra apoyo en la Duma para su plan de estabilidad política
El primer ministro Yevgueni Primakov sigue forjando, paso a paso, un difícil compromiso que puede consolidarle al frente del Gobierno y situarle en inmejorable posición para optar a la presidencia de Rusia en el año 2000. Ayer, en su reunión con los representantes de los diversos grupos de la Duma, logró el apoyo de principio de todos ellos (aunque con algunas reservas de los comunistas) a un pacto de estabilidad cuya expresión más significativa sería que el presidente no podría destituirle sin consultar antes a las dos Cámaras del Parlamento.Todo el mundillo político ruso habla estos días de estabilidad, pero basta escarbar un poco para comprobar que la palabra clave es otra: poder. Con Borís Yeltsin enfermo y cada vez más aislado, y con el horizonte de elecciones parlamentarias (diciembre) y presidenciales (junio-julio del 2000), las piezas del ajedrez están en continuo movimiento. Quien más juega últimamente es Primakov, que contradice con sus actos los reiterados desmentidos a las especulaciones de que será candidato al Kremlin.
A puerta cerrada, Primakov expuso ayer a los líderes de los grupos parlamentarios los detalles de un pacto de no agresión entre el presidente, el Gobierno y el Parlamento que permitiría, según él, la paz social que el país necesita para superar la crisis económica y evitar peligrosas conmociones sociales y políticas. El acuerdo inicial, sin embargo, será discutido por un grupo de trabajo que debe redactar un borrador, que deberá pasar por la mesa de Yeltsin, reacio hasta ahora a ceder ninguna de sus atribuciones.
"A mitad de camino"
Primakov pedía blindarse como primer ministro, de forma que ni la Duma ni Yeltsin pudiesen destituirle. Quería, además, que la Cámara diese carpetazo al juicio político que pretende condenar y echar del Kremlin al presidente. Tras el rechazo inicial de Yeltsin a ninguna cesión de poderes, Primakov orquestó el viernes en una reunión del Consejo de Seguridad una versión más suave de la propuesta, de forma que el presidente debería consultar al Parlamento para poder echarle de la Casa Blanca. Este segundo texto es el que, al parecer, se manejó ayer en la Duma. Según Primakov, ya no hace falta dar pasos adicionales, sino tan sólo que las partes implicadas comprendan que deben encontrarse "a mitad de camino". Mientras tanto, Yeltsin volvió ayer al Kremlin, donde se reunió por la mañana con Primakov y pretendió demostrar nuevamente que no está tan enfermo como se dice. En respuesta a quienes consideran una temeridad que volase el lunes a Jordania para las exequias del rey Hussein, aseguró que ese viaje (nueve horas de avión y menos de la mitad de estancia) demostró que sus médicos se pasan de prudentes. "Les llamé", dijo, "y les pregunté: "¿Quién tenía razón?" Y todos miraron hacia abajo".
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