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El Senado de Estados Unidos deja visto para sentencia el "caso Lewinsky"

Al juicio de Bill Clinton, que ayer entró en su última semana en medio de la indiferencia popular, sólo le queda una gran incógnita por despejar: saber si el presidente será o no censurado simbólicamente por el Senado tras su previsible absolución el jueves o el viernes. Paradójicamente, son los demócratas, cuya negativa a votar la destitución salvará a su correligionario, los más interesados en que el Senado censure el comportamiento de Clinton en el caso Lewinsky, una vez terminado el juicio. Los republicanos creen que los demócratas intentan así salvar la cara ante la historia.

Tras los argumentos finales de la acusación y la defensa, que consumieron anoche un total de seis horas, el segundo juicio de un presidente en la historia de EE UU quedó visto para sentencia. Como cualquier jurado, los senadores comenzarán hoy sus deliberaciones, que muy probablemente serán a puerta cerrada, y pasarán a votar el jueves o el viernes. Ya se sabe que la Cámara alta no reunirá la necesaria mayoría de dos tercios que la Constitución exige para condenar y desahuciar al titular de la Casa Blanca.No hubo novedades anoche en los argumentos finales de las partes, como no las hubo en las declaraciones grabadas en vídeo de la pasada semana de la ex becaria Monica Lewinsky y otros dos testigos del caso. El grupo de congresistas republicanos que ejerce de acusación declaró probados los cargos de perjurio y obstrucción a la justicia y pidió al Senado que destituya a Clinton. Los abogados del presidente aceptaron que éste engañó al pueblo al negar su aventura sexual con Lewinsky, pero insistieron en que ello no constituye un delito susceptible de ser castigado con la salida del cargo.

Clinton, presente en los funerales del rey Hussein de Jordania en Ammán, no siguió estas exposiciones, como tampoco la inmensa mayoría de sus compatriotas, aburridos de un culebrón que ha durado más de un año y conocedores de que, en su capítulo final, el presidente será absuelto.

El principal suspense reside, sobre todo, en el epílogo del culebrón. En el Senado circulaba ayer una propuesta de resolución para censurar el comportamiento de Clinton redactada por la demócrata Dianne Feinstein y el republicano Robert Bennett. Se trata, según Bennett, de que, aunque Clinton sea absuelto, el Senado realice con posterioridad al final del juicio "una declaración formal de su indignación por lo que el presidente ha hecho".

La mayoría de los demócratas aprobaba la idea de que el Senado censure a Clinton y exprese así que reprueba su conducta en el caso Lewinsky, aunque no la considere merecedora del castigo de la destitución.

La mayor reticencia a la censura procedía de los republicanos. Algunos, como el senador Phil Gramm, ponían en duda la constitucionalidad de una resolución semejante y advertían que abriría la puerta a que el Congreso pueda promover en el futuro condenas simbólicas de actuaciones personales o políticas de los presidentes. Según Gramm, si se condena el comportamiento de Clinton, lo que hay que hacer es apoyar su destitución.

Muchos republicanos denunciaban la censura como un truco de los demócratas para, tras salvar de la destitución a su correligionario, no quedar ante la historia como cómplices de Clinton en este asunto de sexo y mentiras. Algunos se declaraban abiertos a esa propuesta, pero querían una redacción más dura, que, además, deje abiertas las puertas a posibles actuaciones de la justicia contra Clinton tras el final de su segundo y último mandato presidencial.

El caso de Robert Byrd, el más veterano senador demócrata, expresa la incomodidad de su campo en esta última fase del juicio. En una entrevista con la cadena de televisión ABC, Byrd dijo el domingo: "Será muy difícil ponerse en pie y decir "no culpable", muy difícil. No tengo dudas de que el presidente ha prestado falso testimonio bajo juramento y ha engañado al pueblo. También hay indicaciones de que obstruyó la acción de la justicia".

Pero, tras efectuar declaraciones tan explosivas, Byrd sugirió que se unirá a la mayoría de sus compañeros de grupo parlamentario para votar a favor de la absolución de Clinton. "Creo", dijo, "que eso es lo mejor para el país. Su destitución agravaría la división del pueblo".

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