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El legado artístico de Farah Diba

Las pinturas occidentales salen de su escondite y empiezan a ser exhibidas en el Museo Contemporáneo de Teherán

El Museo de Arte Contemporáneo de Teherán ha sacado a la luz varios cuadros occidentales que han permanecido ocultos durante dos decenios de gobierno fundamentalista islámico. De momento, es posible ver 10 obras de artistas del hiperrealismo, entre ellos Don Eddy y John Salt. Pero esto es sólo el comienzo, porque en los sótanos hay arrinconados centenares de cuadros de autores que van de Renoir a Rauschenberg. Esta apertura gradual del museo es, en parte, consecuencia de las presiones ejercidas por artistas iraníes deseosos de ver los cuadros que compró el régimen del sha.

Sus gestiones han obtenido recientemente cierto apoyo del presidente Mohammad Jatamí, que antes fue ministro de Cultura y cuya influencia liberalizadora es visible desde que asumió el poder hace dos años. Hace poco nombró un nuevo director para el museo, Alireza Semiazar, y ha instituido un consejo de administración compuesto por seis hombres, de los que tres son historiadores del arte, y los otros tres, funcionarios. Esta nueva Administración está renovando las salas del museo.

La adquisición de la colección se hizo durante los prósperos días que hizo posibles el petróleo a mitad de los años setenta; el Museo de Arte Contemporáneo se creó bajo los auspicios de la emperatriz Farah Diba. La sede, un espectacular edificio que mezcla el estilo occidental y el islámico, la diseñó un primo de la emperatriz, el arquitecto y artista Kamran Diba. Este último fue designado también primer director cuando, en 1977, se inauguró el edificio de siete millones de dólares (aunque el nombre iraní del museo suele traducirse como contemporáneo, moderno es un adjetivo que se ajusta más a su colección). El museo se cerró un año después, durante los disturbios políticos que acabaron provocando la caída del sha.

Tras la subida al poder del ayatolá Jomeini, algunos militantes islámicos quisieron quemar la colección, pero al final se desterró de forma permanente al sótano. Aunque nunca se ha publicado un catálogo, en el museo había obras de Dalí, Derain, Duchamp, Ernst, Giacometti, Johns, Judd, Kandinsky, Lichtenstein, Magritte, Moore, Oldenburg, Picasso, Pollock, Schwitters, Toulouse-Lautrec, Twombly, Van Gogh, Warhol y Wesselman. La estrella es un cuadro de Gauguin, Naturaleza muerta con grabado japonés, adquirido en 1976 en Sotheby"s por 1,4 millones de dólares; un precio desconocido entonces para un Gauguin. Hoy, la colección puede valer cientos de millones de dólares.

Durante las dos últimas décadas, las salas se han usado, sobre todo, para exhibir arte revolucionario iraní. Durante ese tiempo, conscientes de las críticas que hace el fundamentalismo islámico de la indecente pintura occidental, los grandes marchantes y casas de subastas internacionales se han dirigido en varias ocasiones al Gobierno iraní con ofertas para vender las obras arrinconadas. En 1986, Sotheby"s intentó convencer a Ahmed Jomeini, hermano del ayatolá, de que vendieran la colección. La galería Beyeler, de Basilea, que había sido la que había vendido algunos de los mejores cuadros al sha, estudió la posibilidad de comprarlos de nuevo.

En 1994, el Museo de Arte Contemporáneo apareció en los titulares de todo el mundo al entregar Woman III, de De Kooning -un desnudo que Teherán veía con especial desagrado-, a cambio del texto y las 118 ilustraciones del magnífico Shanama del sha Tahmasp, del siglo XVI. El valor de la transacción se calculó en unos 20 millones de dólares.

Un indicio de la reciente tendencia liberalizadora en Teherán fue la decisión de prestar la obra maestra de Gauguin para una exposición celebrada el pasado otoño en la Foundation Pierre Gianadda, de Martigny, Suiza. Pero tampoco ésta fue una operación sencilla: las negociaciones fueron muy prolongadas y para que llegase el cuadro fue necesaria la intervención de la Embajada suiza en Teherán. El éxito obtenido en Martigny debería servir de estímulo, sin duda, para que otros organizadores de exposiciones occidentales intenten obtener más obras de la colección iraní en préstamo.

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