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Serbia impide la salida de delegados de la guerrilla a la cumbre de Rambouillet

A regañadientes, bajo la amenaza expresa de los bombarderos y blindados de la OTAN que estos días están siendo puestos a punto, serbios y kosovares tienen previsto reunirse esta tarde en el pequeño castillo de Rambouillet, a 50 kilómetros de la capital francesa. Pero los negociadores kosovares pospusieron ayer su viaje a Francia ante la negativa del Gobierno de Belgrado a permitir la salida de los cinco miembros de la guerrilla independentista del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) incluidos en la delegación.

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13 serbios ante 16 kosovares

El avión dispuesto por Francia para trasladar a los 16 delegados kosovares hasta París estaba listo para despegar de Pristina cuando las autoridades serbias impidieron subir a bordo a los miembros del ELK. El resto de los negociadores rechazó emprender el viaje y pospuso su salida, en principio hasta la mañana de hoy, desde la vecina Macedonia. El jefe de la delegación serbia en la cumbre de Rambouillet, Ratko Markovic, advirtió también ayer de que no estaba dispuesto a mantener conversaciones con "terroristas". Vista la manifiesta falta de fe en la posibilidad de un acuerdo de la que hacen gala las partes beligerantes, la estrategia del Grupo de Contacto (Alemania, EEUU, Francia, Reino Unido, Italia y Rusia) es situar a los negociadores ante un texto cerrado en sus aspectos fundamentales.

Así, las delegaciones serbia y kosovar se encontrarán con una propuesta "innegociable", salvo en los detalles, que consagra una amplia autonomía para la provincia de Kosovo, habitada en un 90% por albaneses, y establece un calendario -a partir de unas elecciones locales- de progresiva asunción de competencias durante un periodo de tres a cinco años.

La propuesta de amplia autonomía para la provincia serbia abre un oportuno paréntesis formal en el explosivo terreno de la independencia de Kosovo, un asunto en el que tampoco existe ahora mismo unanimidad en el seno del Grupo de Contacto. De hecho, el principio establecido en la declaración propuesta -que las fronteras de la República Federal de Yugoslavia no serán modificadas- suscita recelos en aquellos países que no quieren descartar la posibilidad de que esta región de dos millones de habitantes llegue en el futuro a ser independiente. Más complicada resulta, de entrada, la pretensión de la mayoría del Grupo de Contacto de desplegar una fuerza internacional para garantizar el eventual proceso autonómico kosovar y contrarrestar, llegado el caso, a los 2.500 policías serbios existentes en la provincia.

El rechazo frontal serbio a ese despliegue cuenta con la adhesión entusiasta de la Duma, la Cámara baja del Parlamento ruso, y la cobertura parcial del Gobierno de Moscú. El portavoz del Ministerio ruso de Exteriores, Vladimir Rajmanin, combinó diplomáticamente la invocaciones a mantener la unidad en el seno de la ONU con el rechazo a todo despliegue de una fuerza internacional no admitido por Belgrado o acordado en el seno del Consejo de Seguridad, donde Rusia dispone del derecho de veto.

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En cualquier caso, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, subrayó la determinación que parece animar a la mayoría del Grupo de Contacto indicando: "Hay tres resultados posibles. Si el presidente Milosevic rechaza la propuesta (...) tendrá que atenerse a los ataques aéreos. Si los albaneses de Kosovo se oponen a los avances que van a plantearse en Rambouillet (...) no podrán contar con que la OTAN y la comunidad internacional vengan luego en su apoyo (...) Si ambas partes se avienen a un acuerdo, concentraremos nuestros esfuerzos para asegurar su éxito". España sólo enviará tropas a Kosovo si las partes implicadas en el conflicto llegan a un acuerdo en la ronda de conversaciones que hoy se inician en Rambouillet. Así lo precisó ayer Eduardo Serra, ministro español de Defensa, en la rueda de prensa que ofreció junto al secretario de Defensa norteamericano, William Cohen. Los dos estuvieron de acuerdo en que una operación de pacificación en Kosovo sólo podría efectuarse en el marco de la OTAN.

Cohen defendió que los miembros europeos de la Alianza deberían llevar el peso del envío de tropas. "Debido a que los europeos están a la cabeza de este esfuerzo, suponemos y esperamos que lleven también la carga más pesada". Ambos se negaron, sin embargo, a precisar el número de efectivos que tendría que aportar cada país.

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