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Reportaje:

Las cigüeñas negras remontan vuelo

La población de la zancuda más escasa aumentó en 1998 hasta alcanzar las nueve parejas

Las cigüeñas negras se han convertido en un ave en peligro de extinción en Madrid. La comparación salta a la vista: frente a las 800 parejas de ejemplares blancos que pueblan la región, sólo hay nueve parejas negras. Aun así, la estadística augura un futuro mejor para esta escasa y protegida ave. Su población ha crecido de un año para otro. Mientras que en 1997 había siete parejas de esta ave migratoria, el año pasado fueron cuatro ejemplares más los que anidaron en la región. Así se refleja en un estudio elaborado a lo largo del año pasado por la Consejería de Medio Ambiente. Los datos son esperanzadores, puesto que hace 20 años no había un solo ejemplar de esta especie en Madrid. La cigüeña negra está catalogada como ave en peligro de extinción, lo que significa que su supervivencia será difícil si sigue sometida a aquellos factores que la perjudican, como son la caza furtiva o la contaminación de las aguas donde encuentra su alimento.

En Madrid se ha conseguido afianzar la población de esta zancuda con el nacimiento de 20 pollos. Los técnicos regionales se subieron a los nidos (nuevo en la región) para colocar anillas identificativas en las crías para un posterior seguimiento. Se pretende averiguar así las pautas de comportamiento de esta huidiza ave, dónde come, cómo anida y en qué zonas.

Dos de las parejas, las que anidaron en los términos municipales de Robledo de Chavela y Valdemaqueda, vieron truncada la puesta por "las molestias derivadas de la presión humana", según el informe de Medio Ambiente. Pero la pareja de Robledo remontó el vuelo: se reprodujo por segunda vez y logró una nueva puesta de la que nacieron tres saludables pollos.

Factores de riesgo

La zona oeste es la preferida por las cigüeñas negras para anidar. "Es la parte menos deteriorada de la región, aunque ya ha sufrido notables agresiones ambientales, fundamentalmente de tipo urbanístico. Lo más grave es que esas agresiones son irreparables, porque, una vez que se construye una urbanización, la zona ya no puede volver a su situación anterior", comenta Santiago Martín Barajas, miembro de Ecologistas en Acción. Así lo señalan también los técnicos de la Comunidad en su informe: "Las áreas boscosas han sufrido una notable reducción por efecto de actividades agrícolas y urbanísticas". Martín Barajas apunta a la contaminación de los ríos y embalses como otro factor de riesgo para las zancudas. Y es que las cigüeñas, tanto las negras como las blancas, se alimentan de los animales que viven en las zonas húmedas. Su dieta fundamental está constituida por las ranas, los peces y las culebras. Patrullan las zonas menos profundas con sus largas patas y disparan su largo pico hacia sus presas.

"Pero cada vez los ríos y embalses de la región están más contaminados. Los ecosistemas se mueren y los peces desaparecen. Si la cigüeña no encuentra alimento, levanta el vuelo y se marcha a otro lado", advierte Martín Barajas.

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Este ecologista añade los tendidos eléctricos de alta tensión que cruzan el campo como otro peligro para estas aves. "El peligro no está en la electrocución por los cables eléctricos. Lo que sucede es que se chocan contra los cables y caen con lesiones irreparables como la rotura de un ala", lamentó.

La migración de este año servirá para hacer un nuevo recuento con el que comprobar la evolución de la población madrileña de la cigüeña negra.

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