"Todos hemos pasado por las casas de socorro"
No todos los inmigrantes, ni siquiera aquéllos que no tienen los papeles en regla, viven las mismas dificultades para conseguir atención médica. Inés llegó desde Ecuador hace un año y ocho meses. Trabaja como asistenta interna en una casa madrileña. No tiene papeles ni, por lo tanto, derecho a la asistencia sanitaria pública. Pero sí una patrona comprensiva. La mujer para la que limpia, friega y plancha le paga un seguro privado para llevar adelante su embarazo de cuatro meses. Inés, de 29 años, reconoce que ha tenido suerte. Conoce a muchas compatriotas que no tienen el respaldo de sus empleadoras.
"El problema es la burocracia", se queja Carmela, que llegó a Madrid en 1991 huyendo del régimen peruano con su marido y un niño pequeño. La Administración española tardó cuatro años en reconocerles el estatuto de refugiado político, gracias al cual cuentan con la tarjeta sanitaria del Insalud. O lo que es lo mismo, con asistencia sanitaria pública plena y medicamentos financiados por la Seguridad Social.
Sin preguntas
La tarjeta le ha permitido parir a su segundo hijo en un hospital público hace un mes. Pero ella y su familia estuvieron indocumentados hasta 1995, como aún lo están su cuñada y el hijo de ésta. Ellos van a un Centro de Promoción de la Salud del Ayuntamiento porque saben que allí no preguntan y que tienen los servicios que más necesitan: pediatría y medicina general. "Todos hemos pasado por eso", explica Carmela. Cuando ella llegó se enteró por un compatriota de la existencia de estos centros. Celina y Ernesto, un matrimonio de jubilados colombianos que ya ha cumplido su segundo año en Madrid, siguen haciéndolo. Ayer acudieron a una revisión rutinaria a uno de los centros del Ayuntamiento. Para comprar medicamentos reciben la ayuda de sus dos hijas, que llegaron antes y ya tienen los papeles en regla. No se quejan porque saben que no tienen derecho a hacerlo. Y porque se sienten bien atendidos en estos centros que, que aunque no formen parte de la red sanitaria pública, son también gratuitos. "No hemos tenido ningún problema", asegura la mujer. Si lo hubieran tenido saben que habrían tenido que pagar por ello.
Estos cuatro inmigrantes vinieron para quedarse, pero nunca han intentado acudir a un hospital público sin los papeles necesarios. A todos ellos les gustaría que todos los que están en su misma situación pudieran acudir al médico normalmente, "como cualquier español".
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