"Las mujeres hemos sido siempre ajenas al poder, utilizamos la influencia"
Carmen Alborch (Castelló de Rugat, Valencia, 1947) plantea en su primer ensayo, titulado Solas (Temas de Hoy), la necesidad de acabar con ciertos mitos y prejuicios sobre las mujeres independientes. Mitos y prejuicios de los que son víctimas, muchas veces, las propias mujeres. "Creo que se trata de acabar con la idea de que las mujeres nos realizamos a través de los demás", afirma. "Todavía pervive en la doctrina y la legislación la idea de que la mujer pertenece al varón, que no es un ser autónomo y que su legitimación viene de ser la mujer, la hija e incluso la hermana de alguien y que su realización depende de su entrega a los demás". "Esto está interiorizado de tal manera", señala, "que cuando se enamoran y tienen una relación vuelcan muchas expectativas en la otra persona, sin buscar su autonomía. Yo creo que, cualquiera que sea su estado civil, una mujer puede ser perfectamente autónoma, incluso dentro del matrimonio".Carmen Alborch habla rápido, pero se expresa con claridad. Basta que se le plantee un tema para que continúe engarzando otras ideas. "Sobre todo, se trata también de acabar con ese victimismo al que muchas mujeres recurren", continúa. "Y no sin razón, porque hay una larga historia de discriminación y subordinación. No podemos seguir en el papel de víctimas y culpabilizar a los demás de lo nuestro, debemos asumir nuestras responsabilidades", comenta.
Sin embargo, no sólo hace falta empeño. "Muchas jóvenes, hasta que no se incorporan al mundo profesional, no se dan cuenta de la discriminación que existe", dice Alborch. "Mientras estudian se sienten iguales, e incluso superiores, pero al entrar en el campo laboral ven cómo tienen más dificultades que los hombres en su promoción".
Educación
La relación entre la mujer y el poder siempre ha sido difícil y distinta a la aproximación masculina. "A las mujeres en general no nos educan para ser alguien importante, ni llegar a un puesto de relevancia. Siempre hemos sido ajenas al poder, hemos utilizado la influencia, si quieres, pero no el poder en el sentido de asumir la responsabilidad y el riesgo. Es una cuestión de educación". "No es que no seamos ambiciosas, pero no somos ambiciosas respecto al poder. Podemos ambicionar una vida plena, preferimos ser felices. No somos muy propicias a dedicar todo nuestro tiempo y esfuerzo a llegar a lo más alto de la escala del poder. Una cosa diferente es que, una vez ahí, asumamos el poder con toda la responsabilidad y la energía. Pero incluso la pérdida del poder nos causa menos frustación que a los hombres", opina la diputada socialista.
Alborch piensa que las mujeres no tienen modelos a seguir. "Creo que es importante que siempre haya mujeres en el poder, no sólo el político, sino el económico y el científico. Que Margaret Thatcher llegara adonde llegó es un ejemplo para muchas mujeres, aunque yo esté en desacuerdo con lo que hizo".
Alborch, que, como ex ministra de Cultura, ha conocido y perdido el poder, considera que su vida actual no se desarrolla en una escala inferior. "Yo ahora me siento más serena, no echo de menos esa época", dice. "Fue un momento muy duro, un momento en que el Gobierno socialista estaba siempre bajo sospecha. Pero me considero una mujer muy afortunada por haber tenido esa experiencia. No me arrepiento en absoluto".
Solas es un estudio muy documentado que Carmen Alborch ha desarrollado con minuciosidad. "He recibido ayudas para la consulta. Pero lo he escrito sola. Ha sido una buena experiencia en soledad".
El título plantea, con su parquedad, todos los prejuicios frente a las mujeres solas de un solo golpe. "Aparte de centrarme en la soledad de los sentimientos y de que haga una reflexión general sobre la soledad, me interesaban las mujeres que viven solas, sin pareja. La idea central del libro es que vivir sola no es estar sola ni ser solitaria. Y no tiene que ser la imposición del destino, sino que incluso puede ser una decisión o un deseo. Puede ser el estado adecuado y se puede disfrutar de él".
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