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Teología en clave femenina

El padre Yves Congar probablemente se sentiría orgulloso de Alicia, Carmen y sus otras cinco compañeras del grupo Onada. Este dominico francés, impulsor del Concilio Vaticano II que sufrió la irracionalidad de la Alemania nazi confinado en los campos de concentración de Colditz y Lübeck entre 1940 y 1945, da nombre a la sala donde regularmente se reúne este peculiar grupo de siete mujeres para demostrar que la teología no es cosa de hombres. El objeto de los encuentros, sin embargo, no se centra en la teología en general, sino en una aproximación muy concreta a los estudios religiosos: la teología escrita por mujeres. Existe un vacío en el conocimiento de la presencia de las mujeres en la Iglesia y sus aportaciones al pensamiento religioso o, en boca de Lucía Ramón, licenciada en Filosofía y Teología de 28 años, una "invisibilidad de las contribuciones de las mujeres a la vida de la Iglesia". Lucía reconoce abiertamente que los autores de gran parte del pensamiento religioso han sido hombres "muchas veces clérigos", sin embargo, este aspecto no puede ocultar otro: "La experiencia vital de las mujeres es muy distinta". Recuperar el punto de vista femenino en la teología e integrarlo en la corriente de los estudios religiosos es uno de los pilares que sustentan la actividad de este grupo de reflexión. A esta ignorancia a la aportación femenina ponen su grano de arena las facultades de Teología. Tanto Alicia como Carmen Márquez, marianista de 32 años que tras haberse licenciado en Derecho afronta el último curso de Teología, reconocen que entre los planes de estudio no se cuentan asignaturas que traten la contribución de los estudios religiosos escritos recientemente por mujeres. "Podría hablarte de Santa Teresa de Jesús, pero en la Facultad de Teología no he estudiado a ninguna autora de teología contemporánea", afirma Alicia. Para cubrir, de un modo general, los huecos del pensamiento teológico escrito por mujeres, y de forma particular, la marginación del mundo académico -"la facultad como todas las academias es estática", recalca Lucía- se citan estas mujeres donde ponen en común sus lecturas e intercambiar impresiones. La sede de Onada -"el nombre define bastante bien el carácter del grupo: ejercer influencia por contacto, como las olas", señala la filósofa y teóloga- es el Centro Padre Congar, un local popieded de la órden de los dominicos de Valencia. Allí, rodeadas por cientos de libros que abarcan desde volúmenes dedicados al judaísmo, islamismo y cristianismo, hasta sectas y nuevos movimientos religiosos, pasando por escritos religiosos elaborados por mujeres o bibliografía de contenido ecuménico -otro de los pilares del grupo-, se reúnen uno de cada tres lunes para debatir los libros que afrontan en común. "Nos reunimos en un grupo de estudio porque nos centramos en un tema muy complicado, interesante, apasionante y difícil". A Alicia no le cuesta enlazar cuatro adjetivos seguidos al hablar de las reuniones que mantienen. Una repetición de calificativos que no le quita un ápice de claridad: "Mientras Dios sea visto como varón y desde la perspectiva del varón, los hombres creerán que están más cerca de Él que las mujeres y eso no es cierto". Madres de la Iglesia Para evitar la identificación de lo masculino con la teología y reclamar la experiencia de la mujer en lo religioso, el grupo se dedica al estudio de todo tipo de teólogas. Por una parte, el enfoque de su trabajo es recuperar la tradición perdida de de historias de mujeres en la Iglesia, "Quizás sepas quiénes son los padres de la Iglesia, pero poca gente sabría decir quiénes son las madres, o incluso nombrar cinco mujeres del nuevo testamento", señala Alicia. "Incluso en la tradición cristiana se ha visto el cuerpo de la mujer de forma negativa, hace falta elaborar un discurso distinto sobre el cuerpo de la mujer, sus dones y sus aportaciones espirituales". Una de las líneas de pensamiento de la tradición femenina en la religión católica, destaca Carmen, se encuentra en la recuperación de místicas medievales. Las teólogas contemporáneas, sin embargo, también ocupan un lugar destacado en sus encuentros. Tendencias de todo tipo: afroamericanas, las suramericanas o europeas ocupan las horas de estudio del grupo. El grupo rehúye ser identificado como feminista, un calificativo que Lucía rechaza, porque ante él "la gente piensa cosas muy distintas". Sin embargo, ella sí aceptaría considerarse feminista entendiendo el feminismo como "una corriente que lucha por la igualdad de derechos y oportunidades". Sin embargo, estas matizaciones no impide que la propia Lucía defienda la iumportancia de la mujer en la Iglesia. "las mujeres sostienen las iglesias", mantiene con rotundidad, un colectivo al que quizás tendría que cuidar más la propia institución eclesial. "Creo que la estructura institucional de la Iglesia entre en diálogo profundo con las mujeres de dentro y fuera de la iglesia, escuche sus dificultades y vea cuál es la mejor forma de apoyarlas para que tengan una vida más plena". Afirma que el actual cabeza de la Iglesia, Juan Pablo II, "es un hombre muy sensible al tema de la mujer". Sin embargo, reconoce que "queda mucho camino por recorrer". Reconoce que la presencia de la mujer en la actividad diaria de la Iglesia y en el servicio "es muy elevada, pero en el pensamiento teológico, la enseñanza, la toma de decisiones y la dirección de las comunidades las mujeres están prácticamente ausentes, y esto es una cuestión pendiente". De momento sólo forman parte del grupo teólogas católicas, pero afirman que las puertas están abiertas a los protestantes o a los estudiosos del islam. Eso sí, siempre que sean mujeres.

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