Una nota interna de Ikea en Francia recomienda no contratar a trabajadores "de color"
La multinacional sueca Ikea, un gigante de la fabricación y distribución de muebles y objetos del hogar, se ha visto en Francia en el centro de un caso de discriminación racial. Una nota interna, enviada por correo electrónico, ha recomendado a los responsables de seleccionar a quienes van a repartir el catálogo de la firma casa por casa que "no contraten personas de color, puesto que, por desgracia, les abren la puerta mucho menos fácilmente, y de lo que se trata es de ir deprisa".La dirección de Ikea en Francia se ha apresurado a precisar el alcance del mensaje. De entrada ha admitido que existe, pero a continuación ha afirmado que se trata de una iniciativa individual de uno de sus colaboradores, en modo alguno de una consigna impartida por la dirección de la empresa. Dos sindicatos, el comunista CGT y el reformista CFDT, han anunciado que van a querellarse por "discriminación racial".
La noticia, que ha tenido un gran eco y ha sido difundida por varios periódicos y radios, ha forzado sin duda a la dirección de la empresa a reaccionar con rapidez. La firma asegura que ha adoptado "medidas disciplinarias" contra el autor del correo electrónico porque "contenía declaraciones contrarias a la política social y de contratación de la empresa".
La ministra de Empleo y Solidaridad, Martine Aubry, ha recordado que "toda práctica discriminatoria" debe ser condenada moralmente al tiempo que "queda prohibida por el código de Trabajo y es susceptible de sanciones penales". La ministra ha confirmado que hay una investigación en curso" cuyos resultados se comunicarán a la fiscalía del Estado.
La marca Ikea, asociada a un modelo de consumo y de vida que corresponde a las clases medias urbanas, a sectores liberales, sin prejuicios, que no dudan en recurrir abiertamente al "móntelo usted mismo" para pagar un poco menos, se topa pues con un desgraciado caso de contrapublicidad. Al margen de que el mensaje electrónico interno haya sido fruto de una iniciativa personal no autorizada, otro problema es que la práctica discriminatoria no necesita una formulación escrita para existir. Es más, puede que si alguien se atreve a reclamar por escrito que no se contrate a personas de color es porque teme que su empresa no respete la discriminación implícita, ésa que permite no alquilar pisos a ciertas personas, o que les impide la entrada en determinadas salas de fiestas.
La sociedad francesa, reacia a las cuotas o fórmulas de discriminación positiva, orgullosa proclamadora de derechos universales, propone un modelo de integración que no pasa por el multiculturalismo sino por la aceptación de un contrato social mínimo con iguales derechos para todos.
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