Ainhoa Arteta agradeció con su voz la concesión del Tambor de Oro
Ainhoa Arteta lanzó un grito de guerra antes de acceder por la escalinata al salón de plenos del Ayuntamiento de San Sebastián. "¡Ahí va el Ebro, riau!", soltó la soprano guipuzcoana antes de recibir el Tambor de Oro de la ciudad e interpretar la Marcha de San Sebastián. Es una costumbre que repite entre bastidores siempre que sube a un escenario para cantar una ópera, pero ayer la diva tolosarra recurrió a la exclamación para "aplacar los nervios y contener la emoción". "Yo tengo el don de la voz, no el de la palabra", aseguró la galardonada cuando se dirigió a la concurrencia para agradecer la concesión del Tambor de Oro de San Sebastián. "Es un honor que me llena de felicidad y me produce una emoción superior a la que se siente en el escenario [operístico] más importante". Ainhoa Arteta (Tolosa, 1964) se comprometió a difundir el nombre de San Sebastián por todo el mundo, "incluso en los ascensores", y recibe este premio -un tambor con la inscripción que acredita la concesión y una insignia de oro- como "una obligación a llevar siempre a Donostia en el corazón". "Feliz y abrumada" Arteta, quien actualmente reside en Nueva York, guardará el tambor en su domicilio de San Sebastián, aunque redoblará con su voz "el nombre de San Sebastián como los miles de niños que hoy [por ayer] tocan el tambor". Confesó estar "feliz y abrumada" al mismo tiempo, y sorprendida por "la forma en que se celebra la fiesta, por la hospitalidad y el cariño de los donostiarras". Antes del momento culminante de la entrega del tambor, el alcalde, el socialista Odón Elorza, reconoció la controversia generada con la elección de la soprano, aunque restó importancia a esta cuestión porque "todas las decisiones que se toman aquí son discutidas". Justificó la concesión del Tambor de Oro a la cantante tolosarra porque "ama la ciudad" y "hace mucha propaganda de San Sebastián". Por eso, añadió Elorza, "ha sido y será uno de nuestros mejores fichajes. La elección ha sido perfecta y Ainhoa será donostiarra toda la vida". Dicho esto y sobre el improvisado escenario consistorial, rodeada de la sección de barriles de la tamborrada de la sociedad Unión Artesana y la compañía musical de la Banda municipal de txistularis, Arteta comenzó a interpretar, brazos en cruz, la Marcha de San Sebastián, cuya letra no conocía, aunque sí la melodía. Con los aplausos del público puesto en pie, la soprano elevó la mirada a los palcos del salón en señal de agradecimiento y lanzó un beso, otro gesto que repite en sus actuaciones operísticas. Arteta regresa hoy a Nueva York para cantar La Bohème y La Traviata, aunque en marzo volverá a su tierra natal y quizás abra un hueco en su agenda para asistir a la inauguración del Kursaal.
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