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Brasil adopta una política monetaria de libre cambio del real para intentar frenar la crisis

El Gobierno brasileño tomó ayer una decisión crucial para frenar la crisis económica del país. Estableció de forma permanente la libre flotación del real frente al dólar. La confirmación de la medida, ensayada el viernes pasado, impulsó a la Bolsa de São Paulo a registrar un ascenso del 5,43% y provocó una mayor depreciación del real, que ayer se llegó a cotizar en torno a 1,60 por dólar. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio luz verde a esta nueva política monetaria, pero aún no ha decidido si adelantará a Brasil el segundo tramo, por 8.100 millones de euros, del plan de ayuda.

El nuevo gobernador del banco central brasileño, Francisco Lópes, confirmó ayer su decisión de que el real siga fluctuando libremente frente al dólar advirtiendo que en el caso de que se produzcan "movimientos desordenados" en el mercado de cambio el banco intervendrá para contenerlos. Ésta es, por el momento, la nueva política monetaria brasileña.Una vez confirmada la nueva política, la Bolsa de São Paulo se disparó hasta un 8,8%, aunque finalmente cerró con un avance del 5,43%. Mientras, en el mercado cambiario, el real llegó a cotizarse a 1,60 por dólar. Lo negativo es que el Gobierno de Brasil espera que los tipos de interés, ya por encima del 35%, suban en un primer momento a causa de la medida.

Como sucedió el viernes pasado, la Bolsa paulista empujó al alza a los mercados europeos. Madrid, que vivió con euforia su primer día de operaciones tras el anuncio de la fusión entre el Banco Santander y BCH, registró un avance del 4,79%. Londres ganó un 3,08%; París, 2,39%, y Francfort, 2,07%.

Luz verde del FMI

La decisión de Lópes no sorprendió a nadie puesto que ya había sido ensayada el viernes pasado, y durante el fin de semana, el ministro de Hacienda brasileño, Pedro Malan, recibió el visto bueno del FMI para ponerla en marcha. El propio director del Fondo, Michel Camdessus, declaró estar satisfecho con el cambio. La medida supone una importante enmienda de política monetaria tras el lanzamiento del Plan Real instaurado hace cuatro años por el presidente Fernando Henrique Cardoso para frenar la espiral inflacionista que por entonces hacía imposible la vida a diario en Brasil. Y es por esta razón que Cardoso no vaciló ayer en decir que el Gobierno vigilará muy de cerca la evolución de los precios. Y a la amenaza de inflación se suma el problema del desempleo. La planta de Ford en São Paulo, por ejemplo, planea despedir a 2.800 trabajadores. Cardoso ya ha dicho que se reunirá con el comité de empresa para evitar la supresión de esos empleos.Malan, por su parte, también se comprometió a acelerar el plan de privatizaciones con el fin de proveer fondos al Gobierno para que éste pueda reducir su déficit presupuestario en 23.000 millones de dólares (unos 19.500 millones de euros), requisito esencial para recibir ayudas del FMI. Los expertos barajan ahora la posibilidad de que el próximo paso de Brasil sea establecer un sistema de cambio fijo similar al Plan de Convertibilidad adoptado por Argentina en 1991. El primer y más cercano ejemplo de este sistema fue Hong Kong en 1983 y, aconsejados por el FMI, también adoptado por varios países bálticos y Bosnia en los últimos años.

La posibilidad de que Brasil adopte este sistema es bastante fuerte. Al FMI no le desagrada la idea. La rechazó cuando Suharto quiso implantarla en Indonesia, pero para el caso brasileño puede incluso impulsarla, según declaraciones de fuentes cercanas a las negociaciones entre Malan y el FMI en Washington.

Además, el Gobierno argentino presiona al brasileño para que estabilice su moneda lo antes posible ante la posibilidad de que una mayor devaluación del real dañe gravemente a la industria argentina, amenazada por las exportaciones brasileñas a muy bajo precio.

Pero para que Brasil pueda adoptar este sistema de cambio fijo, aún debe estabilizar su moneda hasta que pueda disponer de reservas en dólares al menos iguales a la masa monetaria circulante. Algo difícil de lograr tras la enorme cantidad de reservas que Brasil ha perdido para defender su moneda.

La posibilidad de adoptar este sistema añade presión al Gobierno brasileño para obtener un adelanto del segundo tramo por valor de 8.100 millones de euros (1,35 billones de pesetas) del plan de ayuda del FMI y lo demás acreedores internacionales.

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