Rusia amenaza a EEUU tras las sanciones por su colaboración con Irán
La llamada a consultas por Moscú de su embajador en Washington, tras el ataque norteamericano a Irak, situó ya las relaciones entre las dos superpotencias en uno de sus momentos más críticos desde el fin de la guerra fría. La decisión adoptada el martes por Bill Clinton de sancionar a tres centros científicos rusos por colaborar en el desarrollo del potencial nuclear y de misiles de Irán, ha ahondado aún más la sima entre dos países que dejaron de ser enemigos pero que están aún lejos de ser aliados.
El primer ministro ruso, Yevgueni Primakov, considera "contraproducente" el castigo, mientras que el Ministerio de Exteriores asegura que la "injusta" medida "no quedará sin respuesta".Sandy Berger, consejero de Seguridad Nacional de Clinton, ha declarado que el presidente estadounidense ha decidido sancionar al Instituto de Diseño e Investigación Científica de Tecnología Energética (Nikiet), la Universidad Mendeléyev de Tecnología Química y el Instituto de Aviación de Moscú. En los dos primeros centros, según fuentes norteamericanas, se producen "contribuciones materiales al programa iraní de armas nucleares", y en el tercero se ayuda a los esfuerzos de la república islámica, hasta hace poco considerada por EEUU un Estado terrorista, para forjar una poderosa fuerza de misiles.
Las sanciones consisten en la suspensión de las importaciones y exportaciones relacionadas con los tres centros, así como de toda ayuda técnica o económica. El Nikiet, al que Washington aportaba centenares de millones de pesetas para diversos programas relacionados con la seguridad nuclear, será el más afectado. Siempre según fuentes oficiosas de EEUU, este instituto colabora con Irán, por ejemplo, en un programa de producción de agua pesada de clarísimo interés militar.
El ministro ruso de Defensa, Ígor Serguéyev, estima que las acusaciones son rotundamente falsas y políticamente motivadas. En la misma línea, el Ministerio de Exteriores sostiene que "el trabajo de estas entidades se ajusta por completo a las leyes rusas y a los compromisos internacionales en el área de la no proliferación". Las sanciones, añade, violan los acuerdos alcanzados en Moscú, el pasado septiembre, por Clinton y Borís Yeltsin. El "lenguaje de las sanciones y de la presión es absolutamente inadmisible", concluye un comunicado en el que se asegura que el castigo "no quedará sin respuesta" y que el asunto será tratado "al máximo nivel" durante la visita que la secretaria de Estado de EEUU, Madeleine Albright, efectuará a Moscú a finales de mes.
Pável Sarkísov, rector de la Universidad Mendeléyev, situada en el corazón de Moscú, afirmó que el centro colabora con el Ministerio ruso de Energía Atómica, formando especialistas para la industria de la energía atómica. Negó sin embargo, que exista el más mínimo contacto con Irán, y destacó que, en los últimos años, sólo se ha admitido a un postgraduado iraní, que está preparando una tesis sobre la síntesis del poliestireno, un plástico no utilizado en programas de armamento.
Moscú y Washington llevan años jugando al ratón y al gato sobre esta cuestión. El pasado julio, Clinton sancionó ya a otras siete entidades rusas, tan sólo unos días después de que Irán probase con éxito un misil de 1.300 kilómetros de alcance, suficiente para llegar con precisión a los puntos neurálgicos del principal aliado norteamericano en Oriente Próximo: Israel.
Armas atómicas
Clinton lleva años intentando sin éxito que Rusia renuncie a uno de sus más sustanciosos contratos en la zona: la construcción de una central nuclear en Bushehr que, en su opinión, puede alimentar el supuesto programa iraní de producción de armas atómicas pero que, según Teherán y Moscú, sólo tiene fines pacíficos. La irritación norteamericana subió muchos grados a finales del pasado noviembre cuando Irán pidió a Rusia que estudiase la posibilidad de construir otros tres reactores en las mismas instalaciones.EEUU no ha dejado, desde que la URSS saltó en pedazos, de temer a las fugas de cerebros desde Rusia a "Estados terroristas" como Irán, Irak y Libia. Un indeterminado número de esos científicos ha emigrado, desde antes incluso de 1991, a esos y otros países, la mayoría, por cierto, a EEUU. En diciembre, The New York Times aseguraba que Irán intenta contratar, tanto en Rusia como en Kazajistán, expertos en armas bacteriológicas, aunque no hay pruebas de que el régimen de los ayatolás esté desarrollando programas de ese tipo.
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