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Reportaje:

Tecnología sobre las ruedas de un autocar

En 1924 Miguel Acha y Martín Inchaurbe, vecinos de Orozko, decidieron dejar de hacerse la competencia y crear una sociedad para explotar juntos el servicio de transporte de viajeros entre Bilbao y Vitoria. La nueva empresa, que terminó con la lucha comercial que ambos mantenían en la misma ruta, se llamó Acha Inchaurbe La Unión y nació con un capital de 80.000 pesetas y una flota de cinco autocares Saurier. El espíritu de los fundadores de la empresa se mantiene a través de sus descendientes que han seguido la línea de la colaboración entre empresas frente a la competencia. A lo largo de estos últimos 74 años, la empresa ha ido modificando su configuración: en 1933 se convirtió en compañía limitada y en 1957 se transformó en sociedad anónima con el nombre de Acha, Inchaurbe y compañía, su nombre actual. Los cambios, sin embargo, han mantenido a lo largo de los años el espíritu unionista que iniciaron Miguel Acha y Martín Inchaurbe, vecinos de Orozko, en 1924. Prueba de ello es la entrada en 1957 en el capital social de La Unión de accionistas de la Compañía de Autobuses de Álava. Hasta esa fecha, las dos empresas contaban con su respectiva concesión para explotar la línea de viajeros Bilbao-Vitoria. El Ministerio de Transportes decidió ese año elegir a La Unión como la concesionaria única de esta ruta por considerar que realizaba mejor servicio que su competidora. "Para arreglar la disputa con la otra sociedad, se dio entrada en el capital de La Unión a los socios de la Compañía de Autobuses de Álava", comenta Patxi Acha, gerente de la empresa. El trayecto entre la capital alavesa y la capital vizcaína es la principal fuente de negocio de La Unión, que transporta viajeros también a Pamplona y Logroño, por medio de acuerdos con otras compañías. La empresa bilbaína tiene una sociedad al 50% con Continental Auto, con la que gestiona el transporte de viajeros hasta Logroño y otras localidades de La Rioja. La empresa conjunta se llama La Unión Alavesa y cuenta con una flota de 10 autobuses. Para explotar la línea hasta Pamplona, La Unión mantiene un acuerdo con la compañía La Burundesa. La vida de los autocares En opinión del gerente, nieto de uno de los dos fundadores de La Unión, la empresa se ha mantenido en el negocio "por la calidad del servicio y por la gestión prudente". Acostumbrada a reinvertir los beneficios, la sociedad compra cada año cinco autobuses nuevos. La vida media de cada vehículo es de seis años. Pasado este tiempo, la compañía lo sustituye por un autocar más moderno. Atrás quedan los primeros tiempos de la compañía, cuando un autocar estaba en servicio unos 18 años. "Por mecánica, los autobuses aguantarían más tiempo, pero la calidad del servicio incluye ofrecer los autobuses más cómodos y mejor equipados", comenta el gerente. En 1998, la empresa ha invertido 125 millones de pesetas en comprar cinco autobuses. "En 1970 comenzamos a modernizar los autobuses, renovando cada año tres unidades", explica Acha, quien añade que "la renovación constante del material móvil y la incorporación de sistemas informáticos y de tratamiento de la información es lo que más ha cambiado en los últimos años". Los 52 vehículos de La Unión cuentan desde hace tiempo con teléfonos móviles para responder con mayor eficacia ante cualquier emergencia o retraso. La comodidad de los autocares es otro valor que ha cambiado con el tiempo. Si en los primeros años, viajar con La Unión entre Bilbao y Vitoria podía costar toda una mañana y suponía convivir con gallinas y otros equipajes singulares de los viajeros, la comodidad y rapidez del servicio se han convertido en instrumentos fundamentales de competitividad. Climatización, equipos de audio y vídeo, asientos reclinables y ventajas técnicas como el ABS o los sistemas anti-vuelco son algunas de las novedades. Parar en pueblos "Hoy día, a la gente le parece muy incómodo que el autobús pare en algún pueblo pero hay servicios que, aunque no son rentables, estamos obligados a mantener", señala el gerente. La Unión tiene la concesión de la línea Bilbao-Vitoria hasta julio del año 2012. Como el resto de las compañías con concesiones de transporte, está sujeta a las continuas inspecciones de las Diputaciones forales, que velan por la calidad del servicio y por el equilibrio entre la oferta de la empresa y las necesidades de los viajeros. En el último año, la empresa ha aumentado un 34% el número de viajes. Además de 20 viajes diarios entre las capitales alavesa y vizcaína, ofrece servicios especiales de transporte a los que realizan diariamente este trayecto. Entre este tipo de clientes, se encuentran algunos trabajadores de la sede del Gobierno vasco en Lakua. "Ofrecemos un servicio a la medida de los clientes. Los viajeros que van al Gobierno vasco todos los días, pueden utilizar cualquier otro autobús si algún día no les conviene utilizar el suyo", comenta Acha. La Unión además cuenta con un autobús que cubre los desplazamientos de la plantilla del Athletic y las necesidades del club. "Llegamos a un acuerdo con el Athletic para hacerles un autobús a su medida", añade el gerente. Con un capital social de 82.800.000 millones de pesetas, las familias Acha e Inchaurbe siguen siendo los principales accionistas de La Unión, en la que participa también con un porcentaje significativo la familia donostiarra Echevarria. La empresa transporta cada año a unos 800.000 viajeros, emplea a 49 personas y terminará el ejercicio de 1998 con una facturación de 500 millones de pesetas.

Las canceladoras de billetes más modernas del mercado

A la inversión anual de unos 125 millones que realiza La Unión para modernizar su flota de vehículos, se ha sumado en 1998 otra inyección monetaria para mejorar el servicio a los viajeros. La compañía va a instalar en todos sus autobuses un moderno sistema informático para cancelar billetes. De momento, La Unión ha invertido 15 millones de pesetas en comprar las máquinas canceladoras automáticas más modernas del mercado y, según señala su gerente, "las únicas de España". El sistema sustituye los habituales billetes de papel por una tarjeta monedero que el viajero va cargando con dinero, según sus necesidades. Con esa tarjeta, se cancela el billete en el propio autobús, con un sistema de lectura digital que funciona a distancia. "Sólo hace falta acercar la tarjeta a la máquina para que el billete se cancele", comenta Acha, para añadir que este sistemas es especialmente útil para los viajeros habituales. De momento, la empresa ha comprado 41 máquinas canceladoras que comenzarán a funcionar en otros tantos autocares a finales de enero. A lo largo de 1999, La Unión equipará a toda su flota, compuesta de 52 autobuses, con este sistema automático de cancelación de billetes.

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