Todos contentos
Todo el mundo salía satisfecho de la plaza de Leganés después de la sexta corrida del abono de invierno. Los espectadores, que habían acudido en mayor número que en las convocatorias anteriores -no se sabe muy bien por qué razón, ya que el cartel no tenía especiales alicientes ni atractivos- y que habían conseguido regalar a cada matador la correspondiente orejita. Y los toreros también, cómo no, pues habían salido a trofeo por coleta. Así que todos contentos. No ayudaron gran cosa los toros de la ganadería de El Toril para alcanzar este regocijo. Aceptablemente presentados en general, excepto el primero y el segundo, un tanto anovillados y de pocas hechuras. Pero no se emplearon en ningún tercio. Tomaron el capote, de salida, con feo estilo. No mostraron codicia ni empuje en la suerte de varas. Y se pararon mucho en la muleta, unas veces por falta de fuerzas y otras por mansedumbre. Y hubo un toro bronco y de mal estilo, el quinto, que cogió por una pierna a El Califa y estuvo a punto de darle un disgusto.
Toril / Chamaco, Califa, Encabo
Toros de El Toril, de presencia desigual, mansurrones y sin fuerza. 5º, manso con peligro. Chamaco: media estocada (silencio); estocada desprendida (oreja). Califa: estocada caída (oreja); estocada corta caída y tendida (ovación). Luis M. Encabo: pinchazo hondo (oreja); metisaca en los bajos, pinchazo sin soltar (aplausos). Plaza de Leganés. 9 de enero. Sexta de abono. Un tercio de entrada.
Gracias al oficio y a la habilidad de los toreros, que supieron sacar partido a pesar de los problemas de las reses, la corrida no resultó aburrida. Los tres espadas estuvieron entregados, valientes y con ganas de triunfo.
Chamaco demostró su buena técnica con el primero de la tarde, que tomaba la muleta con violencia. Le aguantó con serenidad en los pases de tanteo y lo llevó muy bien por el pitón derecho, alargándole el escaso viaje. Se quedaba mucho el toro por el pitón izquierdo y el de Huelva salvó con habilidad los problemas. El cuarto era un inválido al que había que entender y Chamaco lo entendió. Muletazos por alto de refresco y toreo a media altura con la mano derecha. Otra vez sacó a relucir su buen oficio corriendo la mano para prolongar la embestida. Y con manoletinas, rodillazos y desplante final de hinojos terminó una labor que gustó a la parroquia.
El Califa da siempre su talla de diestro valiente y con recursos. Se quedó muy quieto con el segundo y pudo pasarlo con la izquierda en dos series de naturales, que empezó con enganchones por el cabeceo del toro y terminó llevándolo con temple, a base de bajarle la mano. Había abierto el trasteo con un muletazo de péndulo por la espalda y lo cerró con una estocada volcándose que, aunque no quedó arriba ni mucho menos, impresionó por su ejecución.
No le asustaron los pitones del quinto, manso con mucho sentido y con peligro por ambos lados, y salió a ofrecerle pelea. Pudo más el toro, que le levantó los pies del suelo. El de Játiva optó por acabar con rapidez.
Luis Miguel Encabo hizo las cosas más bonitas y toreras de la tarde. Dos buenas verónicas y un apretado quite por chicuelinas al tercero. Una artística y sentida media verónica al citar al sexto. Y se inventó a ese tercer toro, que se quedaba cortísimo. No pasaba el burel y Encabo terminó por sacarle muletazos que parecían imposibles. También consiguió que tomara la franela por el pitón izquierdo, por el que no pasaba y, además, se vencía; aunque el toro no transmitía por su invalidez y mansedumbre, Encabo obtuvo la oreja después de adornarse por la cara y matarlo de un pinchazo hondo. Todo fue consecuencia de su fría cabeza de torero y su buen gusto.
También resultó problemático el toro que cerró plaza, pero Encabo se lo llevó a los medios y enseguida se echó la muleta a la zurda. Iba el toro con la cara muy alta y al llegar a la jurisdicción del torero se paraba y lo miraba. Luis Miguel desistió de intentar la faena ante las dificultades del morlaco.
Banderilleó el madrileño a sus dos enemigos con desigual acierto. Algunos pares le quedaron traseros, pero destacaron el segundo y el tercero colocados al sexto toro y el último que plantó en el morrillo del tercer animal.
Babelia
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