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"Si las mujeres valen para la mili, también para aguinalderas", protestaba una joven que acusaba a la fiesta de machista., Y es que en el concejo asturiano de Ponga se mantiene la tradición, en el Año Nuevo, del guirria, un encapuchado entre mitológico y carnavalesco que persigue a hombres y mujeres. A las mozas, para besarlas, abrazarlas y achucharlas. A los mozos, para apalearlos y echarles ceniza. Y tras el guirria van los mozos aguinalderos, los solteros, montados a caballo, que piden el aguinaldo por los pueblos. Como cada año, muchos asturianos se acercaron el pasado viernes a San Juan de Beleño, capital del concejo de las inmediaciones de los Picos de Europa, para contemplar la tradicional movida del travieso duende que cada primero de enero encarna un joven soltero cuya identidad se mantiene en secreto. Y aunque muchas mujeres protestaron por el machismo de la tradición, otras, cuenta el diario La Nueva España, se quejaron de que el guirria de 1999 era algo soso y no besuqueó mucho a las mozas. "A mí no me ha hecho nada", declaró Cristina Pérez, de 24 años, al periódico ovetense. De su origen hay teorías para todos los gustos. Para el profesor de Historia Ángel Mato, "representa el mundo de las relaciones agrícolas y ganaderas; el ritual del apareamiento, la fertilidad, la reproducción y la creación de riqueza". "Todo lo que se pueda decir del guirria no es más que presunción", dice Alfonso López sobre el origen desconocido y misterioso de la tradición, mientras el párroco, Alejandro Sanz, asegura que es "una fórmula antiquísima de cortejar". El caso es que la costumbre se mantiene, aunque la reivindicación de las mujeres ha logrado que algunas mozas ya se integren entre los que piden el aguinaldo. —
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