_
_
_
_

"La cultura bursátil está por los suelos"

Cristina Vázquez

No le digas a mi madre que trabajo en Bolsa (Ed. Alianza Actualidad) iba a ser una novela. Pronto, su autor, Francisco Álvarez Molina, consejero director de la Bolsa de Valencia, abandonó la idea ante la dificultad de mantener el tono inicial para explicar didácticamente los vericuetos del mundo bursátil. El resultado es "una guía nada pretenciosa para pequeños y grandes inversores". Pregunta. ¿Por qué este título? Respuesta. Por una anécdota real. Mi madre vive en Alicante; ella sabía que yo trabajaba en Francia en asuntos de dinero pero no sabía exactamente en qué. Cuando yo llegué a Valencia [marzo de 1995] hubo un vecino de mi madre que tras leer una entrevista que me hizo un periódico, le dijo que me había metido en un lío. Que la bolsa es un lugar muy raro, con gente peligrosa, gente que se entretiene en cambiar dinero, un lugar de mafiosos, y cosas así. Mi madre [entonces de 84 años] estaba tan alarmada que me la traje a Valencia para explicarle dónde trabajaba. P. De ahí le surgió la idea de escribir este libro R. No, surge después. Desde que llegué a Valencia me dediqué a visitar colectivos empresariales, universitarios, profesionales y, en los turnos de preguntas, vi que la gente se interesaba por cosas muy similares. Al final lo que le sucedió a mi madre le ocurría también a otros muchos. Decidí entonces ponerme a escribir. P. En su libro asegura que los españoles desconocemos la bolsa. R. Lo he constatado en las conferencias, donde de forma clara se nota que la cultura bursátil está por los suelos. P. ¿Qué es lo más extraño que ha escuchado acerca de la bolsa? R. ¿Cuándo las bolsas determinarán el pago de las pensiones? ¿Por qué las bolsas se entretienen en hacer cambiar el precio de la peseta con respecto al dólar?... La primera pregunta me la hicieron en un foro de inversores de cierta edad, pero es que la segunda me la plantearon directores de sucursales. Otra vez me dijeron: "Tiene usted obligación, en tanto que funcionario del Gobierno, de parar las bajadas de la bolsa. La bolsa no puede seguir bajando". P. ¿Qué ha tenido que hacer en su afán por hacerse comprender? R. Hay un símil que utilizo mucho. Tenemos un carné de conducir, nos enseñan un código de tráfico, nos ponemos ante un volante y conducimos, pero no tenemos ni idea de lo que es el motor. De la misma forma se puede acercar uno a las finanzas sin ser analista financiero de golpe. P. De todas maneras reconozca que la bolsa es desconcertante. ¿Cómo explica si no que la bolsa se hunda por el escándalo Lewinsky y apenas se resienta por los bombardeos a Irak? R. Se explica de la misma forma que cuando hay una catástrofe climática que impacta a la aceituna y otra que no impacta a la aceituna sino a la uva. En los eventos políticos hay consecuencias totalmente diferenciadas. Este último conflicto lo hemos vivido como una película. No nos ha impactado tanto como otras veces. P. La bolsa carece de lógica. R. Totalmente, porque hay seres humanos y nosotros también carecemos en ocasiones de toda lógica. La gran crisis bursátil de los últimos tiempos creo que ha sido -lo demás lo considero simples turbulencias- la del 19 de octubre de 1987. El Instituto de Psicología del Inversor en Minneapolis [EE UU] hizo una encuesta dos semanas después y el 78% de las personas confesaron que habían vendido en bolsa porque los demás vendían. No habían cogido un lápiz para hacer cálculos. A mí me ha ocurrido encontrarme en el metro de París corriendo y pararme y pensar ¿por qué corro? Pues, porque todos los demás corrían. P. En su libro ha comparado la bolsa con un restaurante, una compañía de actores... ¿Por qué no con un negocio de adivinación? R. También. El mercado bursátil no es otra cosa que el encuentro entre personas con percepciones propias. Es igual que cuando se utiliza la palabra especulador y se confunde con tramposo. Un especulador es una persona que hace una cosa diferente a los demás y es necesario para la bolsa. Luego están las constantes económicas. P. ¿Cuáles serían las cuatro reglas para invertir en bolsa? R. Lo más importante es hacer un proyecto. Invertir en bolsa es como comprar una casa o un coche, que nos sentamos a hacer números. Vemos lo que ganamos, lo que gastamos y qué dinero nos queda disponible. En ese proyecto hay que establecer qué rentabilidad quiero, un 10%, un 15%... Dada la fluctuación de la bolsa no hay que poner el dinero que se sabe que se necesitará a corto plazo, sino a medio o largo y, a partir de ahí, elegir un valor. Si uno no se siente capaz de elegirlo puede solicitar el servicio de los expertos. En año o año y medio, y hay curvas que lo demuestran, se alcanza la rentabilidad. Si se consigue antes el objetivo hay que vender. A continuación se traza otro proyecto y así siempre. P. Dicho así parece fácil, pero ¿cómo vender cuando la bolsa sube y sube sin parar? ¿Cuántos inversores se arruinan por no vender a tiempo? R. En esos casos la bolsa se convierte en un casino. Entonces hay que ser consciente de que si entro en un casino con 100.000 pesetas puedo salir en calzoncillos. Si no se utiliza la bolsa como un casino a medio o largo plazo se rentabilizan las inversiones. P. ¿Hay ludópatas en la bolsa? R. Por supuesto. Yo diría que los medios de comunicación, sin quererlos responsabilizar, aceleran esa ludopatía porque cualquier persona desde su casa pone el telexto y cada 20 minutos tiene actualizadas las cotizaciones. El corazón empieza a latir; ahora gano tres pesetas, luego pierdo dos, y esa sensación crea cierta adicción. P. ¿Qué pasará con la bolsa en 1999? R. A medio o largo plazo hay tres países en Europa que hasta la existencia física del euro se consideran los más aventajados. Son Italia, Portugal y España. Son estos tres países los que hace tres años nadie pensaba que entrarían en el euro. Son los que han hecho más esfuerzos para controlar el déficit, la inflación.., y son los que tienen más espacio que ganar con respecto a Alemania, Francia u Holanda. He leído que el FMI rebaja en dos décimas el crecimiento para 1999 y, sin embargo, a España se le da un punto más. Creo que la bolsa crecerá entre un 15% y un 20% porque tampoco es normal que se embale siempre. En los seis primeros meses de 1998 ninguna empresa española ha crecido un 50% como la bolsa. Por eso luego vino lo que vino. Cuando llegue el euro volveremos a hacer otra predicción pero hasta entonces veo un crecimiento claro de la bolsa española. P. Asegura en su libro que la bolsa y los bancos no son enemigos. Sin embargo, cuando la primera sube, el dinero abandona a los segundos. R. Hay una transformación en el servicio bursátil de la que los bancos pueden sacar mucho dinero. Está claro que muchas veces se percibe a la bolsa como una enemiga porque un dinero del que disponían los bancos se encuentra en otro lugar. Estoy convencido de que la bolsa le da a los bancos muchos más beneficios que otros productos. Además los bancos son los propietarios de las bolsas por lo que veo difícil que sean enemigos. Muchas veces se utiliza la palabra bolsa como si fuera un ente que no se sabe muy bien quien lo mueve. Es hasta benéfico que se sepa quiénes son los dueños de las bolsas. P. En su libro se muestra escéptico con el proyecto de bolsa europea. Si existe un mercado único, una moneda única, ¿por qué no una bolsa única? R. Porque los conceptos se utilizan una vez más erróneamente. No puedo pensar que en Europa exista una sola bolsa. Puede haber estructuras unificadas, debe haberlas y las va a haber, y creo que en el libro lo defiendo claramente, pero una estructura unificada no significa una sola entidad. Nadie piensa en un solo banco o en una sola compañía de seguros en Europa. P. ¿Hacia dónde va el ahorro? R. Hay mucho dinero disponible, pero ¿qué hacer con él? Pues canalizarlo hacia las pequeñas empresas. En EE UU existen los bussines angels, son inversores en busca de pequeñas empresas con ideas geniales. Los europeos ahorramos mucho más que los americanos, pero lo que no tenemos es el carné de conducir de nuestras finanzas. P. ¿Para cuándo el siguiente libro? R. Me lo han pedido ya, pero ahora no tengo tiempo. Pero si lo escribo se llamará algo así como La Bolsa con amor, y será un intercambio de cartas entre gente que se quiere.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_