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Julio Cortázar y Toulouse-Lautrec inspiran una ópera contemporánea

Estreno mundial en Nancy de "Un tango pour monsieur Lautrec"

"Mireille es una heroína del orgullo", resume Jacobo Muñoz, libretista de Un tango pour monsieur Lautrec, ópera compuesta por Jorge Zulueta, estrenada en Nancy. "El punto de partida es una idea de Cortázar, expuesta en un texto inédito, en el que sugiere que la Mireille que posaba para Toulouse-Lautrec en el burdel de la Rue de les Moulins es la Rubia Mireya, gran figura de la vida nocturna de Buenos Aires a principios de siglo".

La ópera cuenta los desencuentros entre el pintor y su modelo, entre el genial enano y la joven prostituta que marcha hacia la Argentina para escapar a su destino de esclava sexual. Ella, sea como sea, "por orgullo" quizás, lucha contra un universo masculino, en el que ella es tratada como mercancía. "Es lo que más me impresiona del relato", dice Jorge Zulueta, "el que las personas podamos ser compradas o vendidas como animales. Eso sucedía y sigue sucediendo. En nuestro mundo se puede ir a la Luna al mismo tiempo que millones de personas mueren de hambre, la tecnología más avanzada coexiste con la miseria absoluta. Esa situación es la que he querido reflejar con mi música, por eso he procurado que sea atemporal. De ahí que en la partitura se den la mano Schoenberg, Debussy o Satie con Chick Corea, el rap o el tango, que haya tantos cambios rítmicos".El espectáculo transcurre en París y en Buenos Aires, entre la invención del can-can y la del tango, entre un taller de pintura y maisons closes o bulines, en medio de alcahuetas, ministros, artistas y millonarios. A Blanca Li, coreógrafa y bailarina, le ha correspondido poner en escena todo ese mundillo y lo ha hecho de manera solvente, aunque quizás, vista su deslumbrante trayectoria, un tanto impersonal. "Me hubiese gustado darle un tono más próximo al musical, pero los decorados y artistas ya estaban escogidos y he tenido muy poco tiempo para ensayar. No es lo mismo trabajar sobre una ópera que todo el mundo conoce que hacerlo sobre una que hay que descubrir. Esa falta de tiempo me ha impedido darle una dimensión más coreográfica".

Gilda y los machos

La pintura conocida como Au salon de la rue des Moulins, en la que vemos a Mireille, es la gran protagonista de la ópera, que abre sus dos actos con el cuadro, con una visita comentada del mismo. El personaje acabará la función transformado en una premonición de Gilda, vestida como Rita Hayworth en el filme y cantando para una asamblea de machos que "forman rueda para verla bailar". Es la Rubia Mireya, a la que dio vida en un filme Susana Rinaldi, heroína también de Los muchachos de antes no usaban gomina o del célebre tango Tiempos viejos. "Todo eso, de manera implícita, está en la ópera", dice Muñoz, "que, como todas las buenas óperas, es una historia de amor imposible".Aurora Bernárdez, viuda de Cortázar, le sugirió a Zulueta la posibilidad de servirse de Rayuela para hacer una ópera, "pero es una novela de estructura abierta, demasiado compleja para convertirla en un drama lírico".

Producción conjunta de Nancy y Montpellier, los principales papeles están interpretados por Valérie Millot, que intenta hacer creíble a Mireille a pesar de que su físico no la ayuda; Philippe Duminy, que da vida a Lautrec; una excelente Marie-Thérese Keller en el papel de la aristocrática y comprensiva madre del pintor, y José Luis Barreto, que encarna a Agustín, el ganadero millonario que compra a Mireille para llevársela a Buenos Aires.

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