Blair pierde a su principal aliado en el Gobierno por irregularidades financieras
La renuncia de dos ministros del Gabinete británico -Peter Mandelson y Geoffrey Robinson- sembró anoche dudas acerca de la capacidad de los laboristas para capear temporales políticos de magnitudes insospechadas. El primer ministro Tony Blair, que aseguró que quería mantener a su Ejecutivo "más puro que puro", contemplaba esta madrugada, por primera vez desde su arrollador triunfo electoral hace 20 meses, los riesgos de que se le atribuyan casos de corrupción similares a los que desacreditaron a los gobiernos conservadores que le precedieron en el poder.
Peter Mandelson, ministro de Industria y Comercio, arquitecto del triunfo laborista y mano derecha de Blair, se vio repentinamente obligado a presentar su dimisión bajo el alud de críticas a su, hasta hace poco desconocida, relación financiera con el ministro del Tesoro, Geoffrey Robinson. Su compañero de Gabinete le había hecho el favor, antes de entrar al Gobierno, de darle un préstamo personal de 363.000 libras esterlinas (90 millones de pesetas) para que se comprara una casa de cuatro pisos en Northumberland Place, una silenciosa calle en el barrio de moda de Londres, Nottinghill Gate.Este distrito es ahora hogar de los personajes más poderosos dentro del ámbito de la política, el periodismo, la música o el cine: la encarnación de lo que los propios asesores de Blair describen como la "cool Britannia".
A Mandelson se le vio cariacontecido cuando hizo ayer el anuncio de su separación del Gobierno que él mismo había contribuido a construir e instalar. Mandelson, un abogado de 45 años cuyas preferencias sexuales todos conocían, pero que se hicieron públicas cuando el conservador Matthew Parris, actual columnista estrella y embajador de la causa homosexual en las columnas de The Times, lo delató como el cuarto miembro de la comunidad homosexual en la cúpula del poder británico.
Lo que ha hecho dimitir a Mandelson no es, en cualquier caso, su orientación sexual. Lo que la prensa de ayer quería subrayar era, ante todo, el hecho de que el ex ministro había pedido un préstamo secreto a Robinson antes de la llegada de los laboristas al poder y que, tras obtenerlo, pagó el favor nombrando al parlamentario laborista Robinson como ministro del Tesoro. Mandelson admitió ayer que no había pagado la deuda en su totalidad y aseguró que su madre se iba a hacer cargo de las deudas.
Presiones multilaterales
La renuncia de Mandelson tiene que ser interpretada como el producto de presiones multilaterales. A Blair no le conviene una asociación con los mismos negocios turbios que el prometió eliminar durante su campaña electoral que prometía un cambio en la práctica política.Por otra parte, Mandelson se encuentra en entredicho al hacerse público que recibió un crédito sospechosamente blando, precisamente cuando él mismo es representante parlamentario de un distrito electoral en el que hay que esperar años para que un banco otorgue un crédito para comprar una vivienda. Este es el caso de John Smeardon, propietario de un pequeño restaurante de Hartlepool, su circunscripción electoral.
Mandelson ha dicho mil veces que la adquisición de su casa en Nottinghill Gate no tiene nada de ilegal. El asunto es que el origen de esos fondos no había sido conocido, aparentemente, por sus compañeros en el Gabinete. Excepto, claro, por el ministro Robinson. En la oficina de prensa de Downing Street, residencia del primer ministro británico, los portavoces de Blair no recibían consignas para responder a los reporteros, que comenzaban a sospechar que la tardanza en recibir una respuesta era un síntoma de duda. ¿Cómo explicar que el promotor de la causa laborista, el campeón en la lucha contra la corrupción, había caído en las garras de la tentación?
En su carta de dimisión, Mandelson reiteró lo que había dicho ante las cámaras de televisión la noche del martes: "No he incurrido en ningún delito". No fue una respuesta adecuada para las virulentas acusaciones de la prensa popular.
Un escándalo que "apesta"
El lunes, el editorial del sensacionalista diario The Sun, el de mayor tirada en el Reino Unido, proclamó que el escándalo de Mandelson -el préstamo para su nueva casa en Nottinghill Gate- "apesta, apesta y apesta".Pálido, Mandelson se despidió diciendo que su separación del Gobierno buscaba esencialmente ahorrarle una situación comprometida a Blair. Robinson, de 60 años, no dijo nada. Optó por dimitir. Al fin y al cabo, la investigación sobre sus andanzas son aún mas profundas.
"No quiero que el Gobierno resulte dañado por la publicidad que rodea al préstamo. Hemos trabajado todos estos años para crear el Nuevo Laborismo, para demostrar que las pautas del Gobierno y del comportamiento en la vida pública iban a mejorar permanentemente", aseguró Mandelson, quien quiso dejar clara su actitud. "Con mis acciones he dejado que se creara la impresión de que estábamos por debajo de nuestro modelo. Tenía que hacer algo drástico para devolver a la gente la confianza en el Gobierno", advirtió.
Mandelson no descartó volver al Gobierno en el futuro, porque aseguró que sigue creyendo en el proyecto de Blair: "Creo en el Gabinete y en lo que estamos haciendo. Todo este trabajo para hacer un Reino Unido mejor continuará y tendrá todo mi apoyo".
En el campo conservador ayer se descorchaban botellas de champán, y no solo para celebrar la Navidad: Blair está en apuros y son bastante serios. Sus antagonistas esperan regalos en forma de otros traspiés que expongan su vulnerabilidad en un país donde el principal deporte no es el rugby ni el criquet, sino la crítica desde palco.
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