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Eusko Ikaskuntza mantiene su apuesta por elevar el nivel cultural de Euskadi

El lema Asmoz eta jakitez (Por el deseo y el saber), que preside el espíriru y la acción de Eusko Ikaskuntza, fue refrendado ayer por las instituciones que fundaron la entidad científica hace 80 años. El objetivo de promover el renacimiento de la cultura vasca se mantiene, pero adecuado a los nuevos tiempos pues, tal y como señaló ayer su presidente, Juan José Goiriena, "estamos ante un mundo distinto y debemos incorporar nuestra identidad a los nuevos formatos, porque si no, no existiremos".

Un total de 3.000 socios, 15 secciones científicas a pleno rendimiento, cientos de becas de investigación y numerosas publicaciones, todas digitalizadas, retratan en números a Eusko Ikaskuntza, que "se mantiene fiel a su origen porque éste fue bueno, y no es otro que el de elevar el nivel cultural de nuestro pueblo", explicó Goiriena. Acompañado por el diputado general de Guipúzcoa, Román Sudupe; el diputado vizcaíno de Cultura, Tomás Uribetxeberria; el diputado general de Álava, Félix Ormazabal, y el director de Cultura del Gobierno de Navarra, Tomás Yerro, el presidente de Eusko Ikaskuntza ensalzó la capacidad que la entidad ha preservado para sobrevolar sobre las adscripciones partidistas e ideológicas. "La sociedad nació con una vocación transfronteriza y ofreciendo un techo común para todos aquellos, que más allá de las ideologías, aman lo vasco", dijo. Tomás Yerro apuntó, en este sentido, que la Sociedad de Estudios Vascos es "el ejemplo perfecto de una entidad privada de interés general", al tiempo que reiteró el compromiso del Gobierno navarro para mantener su apoyo económico durante el "vuelo infinito" de la sociedad. Goiriena hizo una semblanza de la trayectoria de la sociedad y recordó que su creación representó "un salto cualitativo de la fase romántica de la cultura vasca a la científica" que se plasmaría en el impulso a la creación de Euskaltzaindia, a las primeras ikastolas y en la elaboración del borrador del Estatuto de Estella. Tras el "largo silencio" del franquismo, las instituciones fundadoras revitalizan la sociedad bajo la presidencia de José Miguel Barandiaran, quien fallece en 1991 y es sustituido por Gregorio Monreal. Goiriena elogió la actividad de su antecesor en el cargo, porque "tuvo visión para repensar lo que debía ser Eusko Ikaskuntza y asumió que hay que elevar el nivel de la cultura en el país".

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