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Dos años de cárcel para un industrial por fraude al CIS con recetas falsas

La Audiencia de Barcelona ha condenado a dos años y cuatro meses de prisión a un empresario y a sendas penas de nueve meses de inhabilitación y multa de 1,3 millones de pesetas a ocho médicos por estafar unos 14 millones de pesetas al Instituto Catalán de la Salud (ICS). El fraude consistía en expender un centenar de recetas en cuya elaboración eran necesarias dos sustancias inexistentes, por las que supuestamente se pagaba un precio muy elevado, cuando, en realidad, se utilizaba otro ingrediente muy barato.

Por este caso fueron juzgadas 18 personas, nueve de las cuales han sido finalmente absueltas por la Sección Séptima de la Audiencia de Barcelona. Entre estas figuran los tres farmacéuticos que se sentaron en el banquillo, así como otros seis médicos. El empresario condenado por un delito continuado de estafa es Agustín Font Mas, que fue gerente y administrador de la empresa farmacéutica de Barcelona Imexfarma. Los otros ocho médicos condenados trabajaban para el ICS en los ambulatorios de Cornellà, Sabadell y Barcelona. Uno de estos condenados es el ex médico de la cárcel Modelo, en Barcelona, José Martínez Márquez, a quien recientemente el Tribunal Supremo le impuso cuatro años de prisión por la muerte de un preso. El fraude fue posible después de que en 1988 el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona introdujese por error en su listado de fármacos dos sustancias inexistentes en el mercado, la glucosamida y la aminoglucosamida, cuyo precio por gramo fue fijado por el ICS en 1.817 pesetas. Indica la sentencia que el empresario encargó a un laboratorio suizo aminoglucosamida y, tras certificarle que no existía, le sirvieron, a cambio de 122.080 pesetas, 10 kilos de una sustancia con un nombre casi idéntico, glucosamina, que es inocua; cada gramo cuesta 10 pesetas.Para realizar el fraude, señala la resolución judicial, Font se puso de acuerdo con los médicos que prestaban sus servicios en el ICS para que expidieran recetas a pensionistas en las que hicieran constar las sustancias inexistentes como fármacos con propiedades curativas. Agustín Font, cuya empresa quebró por unas deudas de unos 500 millones de pesetas, se defendió en el juicio afirmando que la sustancia distribuida por su sociedad era la misma pero con tres nombres diferentes (glucosamina, glucosamida y aminoglucosamida), que tiene propiedades de regeneración de cartílagos y huesos. No obstante, el tribunal considera en su sentencia que, aprovechando un error burocrático, se cometió una estafa y agrega que, dada la formación académica y profesional de los acusados, se descarta la existencia de un error invencible, es decir, que estuvieran en la creencia de que distribuían una sustancia que sí existía. Para redondear la operación, los ancianos a los que se les recetaban esas fórmulas eran enviados a tres farmacias concretas de Barcelona, donde se elaboraba un preparado de glucosamina que posteriormente se facturaba al ICS. Se da la circunstancia de que la Generalitat ya sancionó a los laboratorios Inexfarma en 1992 con multas de 35 y 1 millón y medio de pesetas y ordenó su cierre por tres años. En aquella época, Agustín Font y su hermano Juan Carlos aparecieron implicados en otro fraude de recetas magistrales descubierto en Barcelona y Madrid.

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