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McCreesh asegura que "los barrocos fueron incomprendidos en su época"

Jesús Ruiz Mantilla

Paul McCreesh (Londres, 1960), es uno de los directores más prometedores del mundo. Extraña ver a esta figura que revitaliza la música barroca europea embotado en un forro polar a cuadros verdes y azules cuando uno tiene su imagen de personaje salido de la serie Retorno a Brideshead, con sus trajes de etiqueta. Pero así se presenta a primera hora de la mañana con los ojos enrojecidos, presos de la conjuntivitis o de una resaca traidora, caso éste que no extrañaría nada porque tiene cierto aspecto de hooligan. Pero los malos pensamientos sobre su vida fuera de los escenarios desaparecen cuando caes en la cuenta de que el músico inglés no viene a cerrar los bares, sino a realizar una gira en España con El Mesías de Haendel, que culminará en Madrid el día 22 después de haber hecho parada en Barcelona, Zaragoza, Jerez, A Coruña y Mallorca."No me gusta que me encasillen como alguien experto en música barroca", avisa. "Por supuesto que es un tipo de música que me encanta, pero hago otras muchas cosas, incluso música contemporánea", dice. Y es que a McCreesh, director del gran conjunto musical Gabrieli Consort, es fácil meterle en ese saco si hacemos recopilación de sus grabaciones, que hasta el momento han sido nueve, con obras de compositores como Haendel, Gabrieli, Purcell o los españoles Victoria y Morales, a los que ha interpretado por toda Europa y, por supuesto, en España. De todas formas, McCreesh adora interpretar música de los siglos XVII y XVIII y asegura que "cuanto más lo hacemos más nos damos cuenta de que es imposible realizarlo de una manera fidedigna a como se concibió". Pero hay otra contradicción que le apasiona, "es un tipo de música muy semejante al que se compone ahora". Y otra similitud con las creaciones contemporáneas: "Fueron poco entendidas en su época también", dice. "Solemos pensar de una manera romántica que la música de los compositores barrocos era aceptada por la gente de su tiempo, pero no es cierto, lleva mucho tiempo asimilarla, lo mismo que llevará mucho tiempo asimilar la que se hace ahora", asegura.

El músico británico, también gran intérprete de violonchelo, ha llegado a esas conclusiones después de años de investigación. "Me preguntan a menudo cuánto tiempo me lleva estudiar una partitura y yo respondo que dos o tres días; sin embargo, antes de estudiar la partitura he pasado dos o tres años documentándome sobre la obra, sobre el contexto en el que se escribió y la vida del compositor". El secreto, según él, "es la curiosidad", y acusa a muchos músicos de "vagancia y falta de interés por las obras que interpretan".

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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