Lo nuevo y lo que queda
El concepto de repertorio sigue siendo la'gran deuda pendiente de la danza española. Mucho se ha olvidado, algunas cosas con toda justicia y es de agradecer; otras, sin embargo, vuelven del pasado esporádicamente para demostrarnos que lo realmente bueno se convierte en clásico y ni pasa de moda, ni aburre, ni el tiempo lo desecha en su sabia selección natural.
La nueva dirección artística del Ballet Nacional de España ha apostado por recuperar algunas piezas del pasado para conmemorar su 200 aniversario, a la vez que ofrece algunas creaciones actuales. El caso de Rango (1978) se explica por sí solo: no pasa nada absolutamente si no se repone, y no es que no tenga valor en sí misma, sino que el vocabulario, el empaque y un cierto tono ritual lo hacen dudosamente aceptable hoy en día. Las artistas que intervienen hacen lo que pueden, intentando dar gallardía donde hay envaramiento. No sucede en absoluto lo mismo con Fantasía galaica, que el propio Antonio repusiera para el Ballet Nacional de España en 1979. Han pasado varias décadas desde que se unieran un músico brillante y el mejor coreógrafo español de todos los tiempos. El resultado es elocuentemente brillante y de ahí sur ge una pieza inolvidable y fresca, compleja y comprometida con la estilización del folclor, y con una lección magistral de lo que debe ser un traje para bailar.
Ballet Nacional de España
Obras de Haydn, Lutoslawski y Bartók.Auditorio Nacional. Madrid, 15 de diciembre.
Rango
Coreografía, figurines e iluminación: Rafael Aguilar; Fantasía galaica. Coreografía: Antonio; música: Ernesto Halffer, figurines: Carlos Viudes. Poeta. Coreografia: Javier Latorre; música: Vicente Amigo; escenografía: La Fura dels Baus; figurines: Devota & Lomba; iluminación: Germinal. Dirección escénica: Hansel Cereza. Dirección musical: Leo Brower. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 15 de diciembre.
Fantasía galaica posee por derecho propio la entidad de gran repertorio, de verdadero clásico y como tal debe ser estudiado. La pieza fue bailada anoche con alegría y pujanza por toda la plantilla y especialmente por Oscar Jiménez, que desarrolló todo su refinamiento de aire clasicista.
Cerró la noche la creación Poeta, donde lo mejor fue por el siguiente orden: los bailarines, la coreografía, la luz, la ropa, y lo menos comprensible, el monumental aparato escenográfico, que no encuentra justificación dentro del arropamiento del baile español. La Fura dels Baus hizo un ejercicio tan escolástico como manierista y la oda al barreño, los chorritos de agua y otros efectismos eran perfectamente prescindibles: La música de Vicente Amigo es bellísima y Aida Gómez bailó con el corazón, hasta que ambos consiguieron emocionar.
Leo Brower hizo un soberbio trabajo de dirección musical, primero sacando partido a Halffter y luego integrando con sensibilidad la guitarra de Amigo en el todo orquestal, y a ello debe haberle ayudado el propio pasado del director como brillante compositor y guitarrista de concierto.
Babelia
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