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Entrevista:

"El uso unilateral de la fuerza por la OTAN nos devolvería a la Edad Media"

Apenas lleva tres meses como ministro de Asuntos Exteriores, pero en unas circunstancias tan difíciles para Rusia y para su Gobierno que Ígor Ivanov parece ya templado por la carga de años. No será porque le asuste el trabajo. Todo lo contrario. Dicen de él que, después de haber empezado a las nueve de la mañana puede aparecer a las once de la noche con 900 documentos bajo el brazo para registrar. Tampoco porque se haya encontrado con muchos temas nuevos. En los cuatro años que ha estado como viceministro de Exteriores era el hombre que se conocía todos los problemas al dedillo, pero el salto de número dos a número uno ha modelado a este diplomático de cuna que ahora, más que nunca, mide milimétricamente sus palabras y hace un auténtico esfuerzo por pintar una Rusia abierta, cooperativa, empeñada en resolver los problemas del mundo por la vía negociadora y convencida de que cuantas más manos estreche, más posibilidades tiene de volver a ocupar una posición dominante en la esfera internacional. Ivanov, de 53 años, llega hoy a Madrid para participar en una conferencia, que agrupa a más de 50 países, sobre Bosnia, una cuestión que conoce al dedillo porque desde el primer momento encabezó la delegación rusa en las negociaciones de Dayton, que permitieron alcanzar la paz en esa región.Pregunta. ¿Qué espera de la reunión de Madrid?

Respuesta. Han pasado ya tres años desde la firma de los acuerdos de Dayton. Ahora nos toca estudiar los resultados y fijarnos nuevas metas. No hay alternativa. Es fundamental continuar el proceso de paz en Bosnia, pero conforme se avanza se hace evidente que tenemos que pasar más poderes a las autoridades locales.

P. ¿Cuánto tiempo cree que debe permanecer aún la fuerza internacional de paz?

R. La misión internacional debe permanecer en Bosnia hasta que veamos que su retirada no será causa de un nuevo rebrote de violencia.

P. ¿Se puede trasladar la experiencia bosnia a Kosovo?

R. Aparte de Bosnia y Kosovo, y refiriéndonos sólo a los conflictos más cercanos, tenemos el Alto Karabaj, Abjazia, Tayikistán y Moldavia. Todos tienen sus propias características y no podemos traspasar automáticamente la solución de uno a otro porque corremos el riesgo de no tener un resultado positivo. Pero se pueden sacar conclusiones que pueden ayudar a la solución. Primera, la necesidad de una estricta colaboración internacional. Segunda: Utilizar todas las estructuras internacionales europeas, tanto la Organización de Seguridad y Cooperación Europea como la OTAN y el Consejo de Europa. No puede haber un predominio de una organización sobre otra. Tercera y más importante: tener siempre presente que estos conflictos que tienen su base en las contradicciones nacionales etnicas, religiosas y otras, pueden resolverse solamente a través de las negociaciones políticas. No se puede ni pensar que un golpe militar puede arreglar conflictos que a veces tienen siglos de historia.

P. En la actualidad, tanto en Kosovo como en Irak está abierta la posibilidad del uso de la fuerza. ¿Es tajante la oposición de Rusia?

R. Hoy en día, ninguno de los dos constituye una amenaza a la paz o a la seguridad internacional.

P. En Irak, Libia e Irán parece haber un choque de intereseses más económicos que políticos entre Rusia y EEUU.

R. En cuanto a los objetivos estratégicos, no hay choque alguno. Ambos países estamos en contra de la proliferación nuclear y del traspaso de tecnología con ese fin. Las diferencias son de forma. En el caso de Irán, por ejemplo, Washington está a favor del aislamiento, y nosotros nos oponemos.

P. ¿La crisis económica de Rusia hace difícil oponerse a la política de los países que le están ofreciendo ayuda?

R. Rusia, como miembro permanente del Consejo de la ONU y como Estado nuclear tiene una especial responsabilidad en el mantenimiento de la paz y de la estabilidad del mundo y por ello actúa en los diversos conflictos internacionales. Las negociaciones para la solución de estos conflictos en ningún caso afectan a la ayuda económica a Rusia, porque la política exterior responde a intereses nacionales y eso no negociable.

P. ¿Existe un intento norteamericano de, una vez ganada la guerra fría, actuar como única superpotencia e imponer el pensamiento único?

R. Creo que la guerra fría la ganamos todos y que hoy en día nadie va a aceptar el dominio de una superpotencia. Por el contrario, asistimos a la creación de un nuevo orden internacional multipolar. Pero aún no se sabe cómo será ese nuevo orden.

P. ¿Cuáles son los ejes de la política exterior rusa?

R. Nuestra máxima prioridad es la Comunidad de Estados Independientes [los países de la antigua URSS]. Europa es una dirección histórica, a la que estamos ligados por lazos políticos, culturales y por el 40% de nuestro comercio. Las relaciones con EEUU, por su propia naturaleza, tienen una gran importancia. Con China, las relaciones tienen un empuje extraordinario, y con Japón salimos de un largo estancamiento.

P. A pesar de las críticas de Rusia, la OTAN sigue su ampliación al este de Europa. ¿Existe una línea roja que Rusia no permitirá pasar?

R. El resultado de la colaboración entre Rusia y la OTAN es positivo, sobre todo por el avance habido en el campo de la confianza mutua. Existen límites a esa ampliación que vendrán marcados por nuestro convencimiento de que supone un peligro real para nuestra seguridad y, por tanto, Rusia tomará las medidas apropiadas. Pero nosotros no queremos ese camino, del que sólo serán responsables los que se empeñan en la ampliación. Nosotros queremos que la Carta de Seguridad europea que está elaborando la OSCE sea el estatuto de conducta de Europa. La OTAN, en la seguridad paneuropea, ha de ser una organización regional.

P. ¿Puede la OTAN convertirse en el policía mundial?

R. Está claro que si la OTAN utiliza la fuerza unilateralmente sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, nos encontraríamos con una amenaza al sistema internacional que Rusia no aceptaría porque nos devolvería a la Edad Media.

P. El consentimiento ruso de la OTAN tiene ciertos límites. ¿Son los países de la antigua URSS?

R. Eso es uno de los límites; otro, el estacionamiento de armas nucleares en los nuevos miembros de la Alianza.

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