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EL 'CASO BANESTO'

Cantarero: "Una cosa son malos negocios y otra meter la mano en la caja"

Juan Carlos Rodríguez Cantarero, secretario del consejo y responsable jurídico de Banesto, declaró ayer, al describir algunas operaciones en el juicio del caso Banesto, que "una cosa son malos negocios y otra es haber metido la mano en la caja" del banco. Según dijo, Banesto estaba en quiebra técnica el 31 de diciembre de 1993, abocado a la disolución. Cantarero fue sometido a un hábil interrogatorio por parte del abogado Juan García Alarcón, en nombre de Eugenio Martínez Jiménez, sobre la operación Isolux.

El interrogatorio del testigo Juan Carlos Rodríguez Cantarero tuvo claramente dos actos, el de la mañana y el la tarde. Durante el primero, Rodríguez Cantarero explicó, a preguntas del fiscal Javier Sánchez Junco y más tarde de Jesús Castrillo, letrado de Pérez Escolar, que las operaciones por las cuales Banesto acusaba habían originado grandes pérdidas para la entidad, cifrando para Oil Dor, entre 1991 y 1998, un baño en tinta roja de casi 14.000 millones de pesetas, de las cuales la mitad, 7.000 millones, tuvieron lugar entre 1990 y 1993, esto es, durante la gestión de los ex administradores. En el Centro Comercial Concha Espina, según dijo, las pérdidas acumuladas ascendían a los 5.000 millones, mientras que para Isolux Wat dio unas pérdidas, entre 1993 y 1995 inclusive, superiores a los 12.000 millones. A preguntas del fiscal, empezando por la operación retirada de caja de 300 millones, y finalizando por los artificios contables, el testigo puso el acento en el carácter irracional de muchas operaciones y en la presencia habitual de relaciones con ex adminastradores del banco. Un momento culminantes, en el interrogatorio del fiscal, fue cuando en referencia a Isolux Wat, el testigo señaló: "Una cosa son malos negocios y otra cosa es haber metido la mano en la caja".En un momento del interrogatorio, Mario Conde, que está junto a Enrique Lasarte, inmediatamente detrás del sillón giratorio en el que se sientan los testigos, se persignó en un gesto teatral, a la vista del respetable público.

Fue muy divertida la versión que dio el testigo sobre las relaciones entre Banesto y el financiero Jacques Hachuel. Recordó sus negociaciones con el bufete de Alberto Oliart, abogado de Hachuel, primero, y sus más de veinte reuniones con José María Calviño, ex director general de RTVE, y abogado de Hachuel en torno al dinero de Carburos Metálicos (1.344 millones). Durante el interrogatorio del letrado Jesús Castrillo, que defiende al acusado Pérez Escolar, se produjo un duelo dialéctico entre ambos, que obligó a intervenir al presidente, Siro García, quien llamó la atención del testigo en un par de ocasiones con tono severo. Sin embargo, Rodríguez Cantarero puso de relieve que el letrado leía preguntas que muchas veces partían de conceptos erróneos. No es un secreto para nadie que Castrillo lee sus preguntas. Por la tarde, la quina desparramada al hablar de la operación Isolux, calificada como una presunta estafa de 3.800 millones de pesetas, llevó al abogado Juan García Alarcón, a aprovechar la circunstancia para debilitar los argumentos de Rodríguez Cantarero. A diferencia de Alfredo Sáenz, presidente de Banesto, que presentó en su día una compacta exposición y defensa de sus puntos de vista, Rodriguez Cantarero vaciló en diversas ocasiones, condicionado por su propio esquema de echar balones fuera.

No es la primera vez que García Alarcón destaca en el juicio como uno de los más avezados pen alistas. Planteó con habilidad que las pérdidas generadas a partir de 1993 en Isolux Wat no podían ser achacadas a su cliente. Eugenio Martínez Jiménez, que había vendido un 30% de la compañía a la instrumental Ibiser, en enero de 1993. Fue Ibiser quien vendió a Metallgeselschaft y a su vez ésta a la Corporación Banesto en julio de 1993. También pilló al testigo en contradicción en la operación Promociones Hoteleras, en la relación precio-remodelación del edificio.

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