Una noche tranquila

El compositor Francisco Alonso, más conocido como Maestro Alonso, falleció en 1948. Se le recuerda, se le homenajea, ahora, 50 años después, con un concierto en que se escuchan fragmentos de La calesera, Me llaman la presumida, La zapaterita, La parranda, La picarona y La linda tapada. La zarzuela gana empaque musical con este tipo de actuaciones, a costa de perder gracia teatral. El ingenio de algunas frases aisladas se mantiene intacto, pero las situaciones de conjunto se difuminan. El concierto-homenaje discurrió en tonos relajados, quizá demasiados, sobre todo en el coro, sin excesivo empuje. Odón Alonso sacó a relucir su oficio y sus peculiaridades, dejando hacer dentro de un orden flexible, y transmitiendo una sensación de exquisita neutralidad, aderezada con unos cuantos adornos ingeniosos. Al clima de tranquilidad imperante se ajustaron con comodidad los cuatro cantantes. Ismael Pons tuvo una actuación excelente, por fraseo, nobleza y buen gusto: salió reivindicado. No le dan excesivos papeles en Madrid, salvo en teatros como el Calderón. Su Noche madrileña de La zapaterita fue uno de los momentos más celebrados de la noche. Sempere lució su bello timbre de tenor en una prestación global más que notable. Las dos chicas -Beatriz Lanza y María Rodríguez- se movieron con absoluta corrección en sus cometidos, aunque les faltó un punto de picardía.El público se divirtió. Sabía a lo que iba y así vibró especialmente con el pasacalle de los chisteros, el canto a Murcia, la canción Borrico, corre ligero o el himno a la libertad. Después, en las propinas, la fiesta se destapó un poco al son de Por la calle de Alcalá y la inevitable Banderita. En fin, una tranquila noche de zarzuela con todas sus consecuencias.