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Un estudio aclarará si el yacimiento de Irikaitz tiene 100.000 años de antigüedad

El yacimiento prehistórico descubierto hace dos años por miembros de la sociedad Antxieta en Irikaitz, en la localidad guipuzcoana de Zestoa, requerirá que se efectúen pruebas de termoluminiscencia para confirmar los indicios que apuntan a su extraordinario valor como el asentamiento humano más antiguo del País Vasco. Las investigaciones que se están realizando sugieren que los restos de industria lítica que se han encontrado podrían corresponder al Paleolítico Inferior, es decir, más de 100.000 años de antigüedad.

Álvaro Arrizabalaga, doctor en Prehistoria y profesor de la Universidad del País Vasco, se muestra cauto al hablar de la datación de los restos encontrados, aunque, tras la campaña de excavación realizada el pasado verano y la posterior visita de parte del equipo que trabaja en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), la hipótesis de trabajo se ha consolidado. "El proceso científico de datación puede durar entre tres y cuatro años, pero los hallazgos que se han realizado hasta ahora refuerzan la impresión de que nos encontramos ante un asentamiento humano del Paleolítico Inferior, lo que ya es mucho decir", indica Arrizabalaga. Irikaitz, situada en línea recta a unos 150 kilómetros de Atapuerca, fue descubierto por el equipo de aficionados de la sociedad Antxieta, que se dedica desde hace más de 30 años a la búsqueda de vestigios arqueológicos. Ellos descubrieron en 1968 la cueva de Ekain, que tiene unos 12.000 años de antigüedad, y en 1996 realizaron una cata en Irikaitz, a unos cientos de metros del balneario de Zestoa, donde el Ayuntamiento pretendía construir un campo de fútbol. 1.400 evidencias El sondeo reveló que "algo había allí" y la inicial controversia en la localidad entre los partidarios de proseguir con el proyecto deportivo y quienes defendían la preservación de aquellos terrenos se resolvió con rapidez. Ahora los vecinos, quizás con el plus de sensibilidad que imprime la proximidad del santuario rupestre de Ekain, y el Ayuntamiento defienden a capa y espada el proyecto arqueológico. El área excavada hasta ahora apenas se extiende a 11 metros cuadrados y a una profundidad de 1,70 metros, pero ha sido suficiente para catalogar 1.400 "evidencias arqueológicas" de que hace 22.000-26.000 años hubo allí un campamento al aire libre. Jesús Altuna, presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de su departamento de Arqueología Prehistórica, avala las expectativas suscitadas por el hallazgo y subraya que "el yacimiento tiene un valor extraordinario porque no se trata de una cueva, sino de un asentamiento al aire libre que ha permanecido, si no intacto, sí prácticamente en el mismo lugar donde existió realmente". En buena parte de los casos, este tipo de yacimientos, de los que en la Península Ibérica no hay más de una decena, son acumulaciones de materiales arrastrados por los ríos que se han depositado en las terrazas de los cauces fluviales. Por el contrario, el de Irikaitz "apenas se habrá movido, a lo máximo, unos centímetros", destaca Altuna. Esta afirmación se sostiene en que la excavación realizada ha revelado la existencia de una estratigrafía del suelo con cinco niveles cronológicamente consecutivos y diferentes, tres de ellos con materiales prehistóricos "adscribibles", según Arrizabalaga, al Paleolítico Superior inicial y al Paleolítico Inferior. Los estratos de la época gravetiense del Paleolítico Superior están identificados y pueden datarse entre 22.000 y 26.000 años de antigüedad mediante la prueba del carbono-14, no así los restos más antiguos, con los que es preciso recurrir a técnicas más complejas, como la del paleomagnetismo o la termoluminiscencia, que en el caso de Irikaitz obligará a medir la radioactividad natural de su entorno durante un año. Por ello, Arrizabalaga señala: "Durante tres o cuatro años no vamos a poder avanzar más en el grado de certeza sobre la antigüedad de estos restos".

El "núcleo duro"

El yacimiento de Irikaitz es, en apariencia, sólo el comienzo de una investigación que puede ser mucho más amplia: "Se trata de un asentamiento humano al aire libre y si en la primera cata se han encontrado ya estos restos, es lógico pensar que las cabañas o fuegos que realizaran aquellos hombres puedan encontrarse en un entorno de cuatro u ocho hectáreas", afirma el profesor Álvaro Arrizabalaga. Al tratarse de un asentamiento al aire libre, no queda ningún resto de materia orgánica, pero sí restos de industria lítica, el más sobresaliente de los cuales es una pieza denominada "percutor durmiente", una arenisca de 60 centímetros y 15 kilos que el hombre prehistórico utilizó como soporte sobre el que afilar y aristar otras piedras. También se han encontrado otras piezas talladas por manos humanas. Dar con el núcleo duro del poblado histórico llevará varios años, siempre que exista colaboración oficial. Arrizabalaga asegura en este punto: "No nos podemos quejar, porque el Gobierno vasco lo ha declarado bien cultural, la Diputación se ha rascado el bolsillo y el Ayuntamiento también lo ha respaldado de forma incondicional".

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